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Conflicto del campo deja aparecer contradicciones de la sociedad argentina

Sébastien Brulez
5 de Agosto de 2008
Los productores del campo argentino, agrupados en cuatro entidades agropecuarias, vienen realizando paros y cortes de ruta intermitentes desde el mes de marzo, en contra del aumento de retenciones móviles a la exportación dispuesto por el Ejecutivo.

Recientemente, decidieron levantar el lock out que llevaban adelante para la comercialización de granos, sin dejar de lado "el estado de alerta y movilización", y pidieron al Gobierno de Cristina Fernández una convocatoria inmediata al diálogo.

La Federación Agraria Argentina (FAA), la Sociedad Rural Argentina (SRA), Coninagro y Carbap declararon el pasado 2 de abril una tregua de 30 días tras 21 días de paro en rechazo al nuevo esquema impositivo, pero la falta de consenso con el gobierno derivó en el regreso de la huelga y protestas en varios puntos del país.

Este conflicto surge a partir de una resolución del gobierno de aumentar las retenciones a las exportaciones de granos y especialmente de soja, que constituye la mayoría de las exportaciones argentinas.

"Es un intento del gobierno por captar la renta extraordinaria, producto de los extraordinarios precios que hay en el mercado internacional", explica Eduardo Lucita, economista argentino.

El profesor Lucita, quien integra el colectivo Economistas de Izquierda (EDI) y la Sociedad de Economía Política para América Latina y Pensamiento Crítico (Sepla), califica la medida tomada por el gobierno de positiva.

"Y no solo correcta sino también progresiva, en la medida en que la discusión se centra en lo que se puede hacer con la captura de esa renta", expresa.

Frente a esta iniciativa, aparece una reacción de paro rural que el economista califica como una mezcla de lock out empresarial y de paro de pequeños productores.

Sin embargo, de acuerdo al profesor, la reacción del gobierno de Cristina Fernández fue tardía y "tanto
por la forma como por el contenido, muy poco productiva".

"Provocó una reacción que extendió el conflicto a un conflicto político a nivel nacional y de proyecciones desconocidas porque a esto se sumaron cacerolazos de la clase media de la ciudad, en los pueblos, se sumaron los intendentes, los maestros; en fin, el conflicto tomó una proporción que nada lo hacía pensar en ese momento", comenta.

Sectores involucrados en el conflicto

Existen básicamente cuatro entidades que agrupan a los productores del campo. Por un lado la Sociedad Rural Argentina, Carbap y Coninagro que agrupan a los grandes propietarios de tierras. Y por otro lado figura la Federación Agraria Argentina que representa al rededor de 100 mil pequeños y medianos productores.

"Pero con las transformaciones que hubo en el campo, con las nuevas tecnologías y la financiarización de toda la actividad, hay también lo que se llaman 'pool' de siembras, que en realidad son grupos de capital financiero que arriendan tierras, arriendan máquinas, que tienen sus ganancias en la explotación de grandes tierras, que no han participado teóricamente en este conflicto pero que están presidiendo toda la situación", precisa Eduardo Lucita.

También existen pequeños movimientos de campesinos en Argentina, como el Mocase (Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero), provincia del interior, el Movimiento Agrario Misionero (MAM) o el Mocafor (Movimiento de Campesinos de Formosa), provincia del noroeste y una de las más pobres del país suramericano.

Estos pequeños movimientos campesinos no solo no participan en este conflicto, sino que lo denuncian y piden una verdadera reforma agraria.

Eduardo Lucita comenta que los "campesinos reales" no son muchos en el país, puesto que en Argentina no hay una presión social sobre la tierra, salvo en algunas localidades del interior como en Formosa, en Córdoba o Misiones y Jujuy.

Sin embargo éstos "están siendo expropiados por los grandes terratenientes, por los grandes trusts financieros, a veces expulsados con uso de la violencia o arrojados y expulsados a tierras marginales de poca fertilidad".

Estos campesinos se oponen a este conflicto pero también se oponen a la política del gobierno. "Están planteando la reforma agraria porque en última instancia, en la política que ha venido desarrollando el gobierno durante los 4 años de Nestor Kirchner y los cuatro meses que van de la presidenta Cristina Fernández, es una política que lleva a la concentración de la propiedad agraria en desmedro de los campesinos y de los pequeños productores", estima Lucita.

Concentración de la tierra

Argumenta que esta política lleva a la concentración de la tierra y al monocultivo, porque pone el acento en la soja que exige grandes extensiones de tierra. Es el cultivo que mayores tributos aporta y en lo que el Gobierno argentino se apoyó en un primer momento en la salida de la crisis para apropiarse de recursos tributarios.

Lucita subraya la contradicción del Gobierno argentino que promocionó el cultivo de ese rubro para salir de la crisis heredada de diciembre 2001 (cuando el ex presidente Fernando de la Rúa renunció en medio de protestas populares) y que ahora denuncia "la sojicización del país".

La razón es que la soja solo tiene grandes tasas de rentabilidad cuando es cultivada a gran escala y allí los pequeños productores y pequeños grupos de campesinos no tienen cabida.

"En esta escala entran los viejos terratenientes, los viejos oligarcas, que tienen grandes extensiones de tierra o los grupos financieros, que son los "pool" de siembra que tienen capacidad financiera como para alquilar muchísimas hectáreas y maquinarias", explica el economista.

Existe por ejemplo en Argentina el llamado "Rey de la Soja", el grupo Grobocopatel, que explota 150 mil hectáreas pero solo 17 mil son de su propiedad, el resto son todas tierras alquiladas y también alquila la maquinaria.

La característica de la soja es que no ocupa mucha mano de obra, por lo contrario expulsa mano de obra del campo, puesto que todo es mecanizado, con máquinas de alto nivel tecnológico manejadas con computadoras. El gran capital ha aportado a la agricultura mucha maquinaria, mucha tecnología, mucha productividad y poca mano de obra.

"Entonces los pequeños productores y los campesinos no pueden soportar esta presión y terminan o arrendando sus tierras o en el peor de los casos vendiéndolas. De hecho hay cada vez menos pequeños propietarios y pequeños campesinos", agrega.

Hoy en día, Argentina es uno de los mayores productores de soja transgénica del mundo, junto con Brasil. "Esto ha significado para la Argentina una brutal expansión de la frontera agraria, a tal punto que Argentina tiene en este momento una crisis en la ganadería porque no puede abastecer el mercado interno y el mercado externo".

Por ejemplo, en últimos cinco o seis años la cría de vacunos perdió ocho millones de hectáreas a manos de la expansión de la soja. "O sea lo que el gobierno promovió en una primera etapa como una salida de la crisis, ahora se está volviendo en contra", enfatiza.

Contradicciones de la economía argentina
El integrante del colectivo Economistas de Izquierda estima que el fondo del conflicto es una fuerte lucha intercapitalista.

"Es una disputa entre el capital agrario/financiero, la renta agraria, y el capital industrial y de los servicios, porque con esa captura de renta extraordinaria lo que hace el gobierno es subsidiar a la industria, subsidiar los transportes, subsidiar a las empresas de servicio público privatizadas", argumenta. "Lo que se está discutiendo es el modelo de desarrollo del país a futuro", insista el académico.

Se trata entonces de una disputa por el excedente económico entre todos los grandes grupos capitalistas que tienen un cierto peso en la sociedad argentina.

"Los grandes productores no tienen problema con el aumento de la retención pero los pequeños productores sí. Los subsidios van para otro lado, no van para el campo y no serán redistribuidos a los pequeños productores", estima Lucita.

Se suma a esto el problema de la distribución geográfica, puesto que los subsidios que vienen de la renta son capturados por el Estado nacional y manejados por éste. Lo cual provoca también un descontento en las provincias y las comunidades que reclaman infraestructuras, carreteras, provisión de agua, etc.

Eduardo Lucita analiza que "ahora los cuestionamientos no vienen solo del punto de vista de los opositores políticos sino del punto de vista de las condiciones materiales de la sociedad". Y esto da margen para la reorganización de la derecha.

Recuerda que Argentina salió de la crisis, la economía entra en sus seis años de crecimiento consecutivo, "hay un nivel de reservas mayor a 50 mil millones de dólares, hay superávit comercial, hay superávit fiscal, se crearon 3 millones de empleos, la desocupación está al rededor del 10 por ciento".

Pero una vez desenvuelto el ciclo económico empiezan a manifestarse los problemas estructurales históricos de la economía argentina. "Se ha salido de la crisis pero las contradicciones de la sociedad comienzan a manifestarse con mayor fuerza", concluye el economista.

http://telesurtv.net/noticias/entrev-reportajes/index.php?ckl=19
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