La “gripe porcina” se toma una tregua hasta el otoño

Nil Nikandrov - http://es.fondsk.ru
21 de Mayo de 2009
La “gripe porcina” se toma una tregua hasta el otoño
Cuando me llegó la noticia de la “gripe porcina” en México telefoneé enseguida a mi buen amigo Richi O. en la capital azteca, para enterarme de primera mano de lo que realmente estaba ocurriendo. Noté que estaba de mal humor, me dijo que ya estaba harto de todos esos virus mexicanos, californianos y demás estirpe y, por lo tanto, pensaba trasladarse urgentemente a Ecuador antes de que cerrar a cal y canto las fronteras. «Desde aquí, desde Moscú, las cosas no parecen tan negras —procuré tranquilizar a mi amigo—. No te des al pánico. Tú mismo me dijiste y repetiste varias veces que el mejor remedio para todas las enfermedades es un vasito de tequila». Pero esta alusión al tequila no le confortó. «¡Aquí no vale autocurarse! —me cortó Richi—. El único remedio eficaz contra ese virus es el Tamiflu, del que me he provisto sobradamente»…

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De creer lo que dice la prensa, la gripe porcina A/H1N1, que ha llenado de alarmantes noticias los medios mundiales de información, apareció en el pueblo mexicano de La Gloria, situado junto a las granjas porcinas de la compañía Carrol. Numerosos sumideros de inmundicias, las “lagunas” llenas de cadáveres en descomposición de los animales muertos, miríadas de moscas, tal es el hábitat en que se han acostumbrado a vivir los vecinos de este pueblo. Las bruscas diferencias de temperatura entre el día y la noche contribuyen a que sufran resfriados, y los síntomas de gripe son cosa corriente. Es muy probable que en este ambiente peligroso para el ser humano haya madurado esa nueva modalidad viral. El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional (estadounidense) de Alergias y Enfermedades Infecciosas, no se anduvo con rodeos al tratar del nuevo virus: «No existe inmunidad de base en la población, se está transmitiendo de un ser humano a otro ser humano, y la suma de todo ello posee el potencial para definir una pandemia».

México se convirtió de la noche a la mañana en un paria internacional. Quizá sólo Corea del Norte se encuentra actualmente en semejante estado de aislamiento. El espantajo mediático de la “gripe porcina” ha inducido incluso a muchos aguerridos politólogos, analistas y comentaristas a creer en un inminente “Armageddon viral”. Con tal de tranquilizar a la población, los gobiernos de varios países recurrieron a medidas extremas. En Egipto, las autoridades mandaron sin vacilar el sacrificio de toda la cabaña porcina. Perú, Argentina, Ecuador y otros suspendieron la comunicación aérea con México. En América Latina se impuso el veto a toda competición deportiva con equipos mexicanos. Ante los productos pecuarios mexicanos surgieron barreras aduaneras infranqueables.

Sin embargo resultó que desde el principio mismo se había exagerado y dramatizado sobremanera la estadística de muertes por “gripe porcina” registradas en México. Pero ¿cómo se podía verificarla cuando los medios occidentales difundían cifras concertadas entre bastidores y una interpretación previamente convenida del surgimiento y propagación del nuevo virus? Decían que desde principios de mayo había infectado con desenlace letal a 160 mexicanos y que en total en el país se habían registrado unos 2.500 casos de contagio. Lo más alarmante era que la “gripe porcina” ya había afectado también a norteamericanos. Si ni siquiera en Estados Unidos podían dominar ese mal, eso significaba que la situación era realmente desesperada. En los países del hemisferio occidental de Europa los medios de cuño derechita-conservador han venido echando leña al fuego con inexplicable empeño. Los tiempos que vivimos, marcados por la inestabilidad general y fenómenos de crisis, induce a la gente a tomarse en serio los pronósticos más catastrofistas. Se le puede inculcar lo que sea. En tal contexto se encuentran a sus anchas aquellos expertos que están acostumbrados a considerar el acontecer en clave conspirativa: para ellos “cuanto peor, tanto mejor”. Cuántos más datos negativos se hacen correr tanto más impactante y argumentada parece la concepción de una siniestra conspiración mundial contra los pilares establecidos del la sociedad.

Con respecto al ulterior desarrollo de los acontecimientos, se barajan dos versiones. Una optimista: las medidas preventivas adoptadas han permitido sofocar la amenaza de la “gripe porcina” en la fase inicial de la epidemia, la cual en verano se extinguirá definitivamente. La pesimista me parece más verosímil porque explica el súbito debilitamiento de la presión informativa en torno al tema de la epidemia. En Los Estados Unidos, en principio, todo ha quedado en un susto efímero que por algún rato ha distraído a la población de las inquietudes generadas por la crisis. En México se han corregido, rebajando en un dígito, los casos “confirmados” de muertes causadas por la “gripe porcina” y se han aliviado las medidas inicialmente muy rigurosas decretadas contra este mal: ya se ve a más gente en las calles, en los restaurantes y cafés, en las tiendas vuelve a haber clientes. Pero lo más probable es que se trate tan sólo de una breve tregua. Según pronostican varios expertos latinoamericanos, el próximo ataque de una modalidad más implacable del virus A/H1N1 podría producirse en la temporada de otoño e invierno del año en curso. ¿Dónde ocurrirá? ¿En Brasil? ¿En Venezuela? ¿O tal vez en Asia?

Valga recordar aquí la premura con que las autoridades chinas reaccionaron frente a “la amenaza mexicana”. Sin andarse con ceremonias pusieron inmediatamente en cuarentena a toda persona procedente del país azteca, aunque pareciera que no había suficientes motivos para ello. Las cosas llegaron a tal punto que el gobierno de México dirigió declaraciones oficiales a las autoridades del país celeste protestando por el trato ostensiblemente incorrecto a que eran sometidos los mexicanos, como si se tratara de leprosos.

Da la impresión de que el Gobierno de la RPCh dispone de información confidencial sobre el posible “uso intencionado” del virus A/H1N1 contra la población china, y, por supuesto, quienes podrían hacerlo no son los mexicanos, si “otra parte interesada”. ¿Sería posible? Muy posible, si recordamos la epidemia de dengue que hizo estragos en Cuba a principios de los años 80. La Isla de la Libertad tuvo que pagar con miles de vida humanas el aprender a combatir esta terrible enfermedad creada en laboratorios secretos de los Estados Unidos. Y he aquí que aparece una nueva amenaza en torno a la cual se despliegan batallas informativas de sondeo. ¿Como no recordar en relación con ello las profecías “al estilo Vanga” que gustaban hacer altos funcionarios de la anterior Administración estadounidense sobre las “las tremendas conmociones mundiales”, que les tocaría enfrentar a Obama y su equipo? ¿Será una de esas “conmociones” la futura pandemia global (que justo acaba de ser ensayada a los ojos del mundo entero en una variante relativamente benigna)?

Según el publicista venezolano Joussef Kan la bomba biológica ha pasado a formar parte importante de la guerra de cuarta generación. Prácticamente ha sustituido al uso de la bomba atómica aplicada en Nagasaki e Hiroshima por el mismo imperialismo que ahora se nos quiere presentar como un manso corderito.

Ya antes miles y miles de hombres y mujeres fallecieron a causa de la llamada Gripe asiática y el terrible Sida, cuyo virus, el VIH, se ha comprobado que lleva también la etiqueta Made in USA. En un principio fue preparado para atacar solamente a personas de alto riesgo, como homosexuales, drogadictos, prostitutas. Y ahora nos envían el “virus de la influenza Gringa”, mal llamada “gripe porcina”.

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En muchos países latinoamericanos con “regímenes populistas” por ahora se mantiene una actitud escéptica respecto a la amenaza de epidemia. Mario Silva, presentador del canal de gobierno Venezolana de Televisión, calificó de “psicoterrorismo mediático” el alboroto levantado por la oposición en torno a la “gripe porcina”. Aunque en el territorio del país no se había registrado ningún caso de enfermedad por gripe, los canales de TV antigubernamentales, actuando evidentemente por indicación de EE.UU., efectuaron una poderosa campaña orientada a sembrar miedo entre la población. Su leitmotiv era: «¡Chávez no hace nada para prevenir la amenaza mortal que pende sobre Venezuela!” Los enemigos del régimen tratan de infundir a los venezolanos una sensación generalizada de indefensión, de desconfianza en la competencia de la autoridades, de de perdición irremediable. Está claro en un contexto de histerismo masivo la oposición tiene mayores posibilidades para manipular al pueblo y arrastrar a determinados sectores a acciones que desestabilicen al gobierno bolivariano. Por cierto que los venezolanos muestran ser poco vulnerables a los métodos del “psicoterrorismo mediático”. Chávez ha dicho que el gobierno bolivariano controla la situación, y le han creído. En Venezuela uno no se cruza en la calle con personas que lleven mascarillas de protección. Las dos jóvenes que aparecieron con mascarillas en un programa del canal oposicionista Globovisión eran, al decir de Mario Silva, empleadas de esa cadena y posaron expresamente ante los reporteros.

Igual que en otros países de América Latina, en Venezuela estiman que el alboroto en torno a la “mortalmente peligrosa gripe porcina” está siendo aprovechado por las transnacionales, por los monopolistas del mercado farmacéutico. En este sentido , del que más se habla es del ex secretario de Defensa de los EE.UU., Donald Rumsfeld, quien ayuda a sus socios —capitalistas de la industria farmacéutica— a sortear los fenómenos de crisis sin pérdidas y, más aún, con jugosas ganancias.

Explotar el miedo ha sido siempre un negocio rentable. Pero más terrible que todas las “epidemias porcinas” (17 víctimas reales, según datos de la Organización Mundial de la Salud) es la mortandad por otras causas. Cada día en el mundo mueren de hambre 16.000 niños, el paludismo se cobra 8.000 vidas humas, el Sida otras 6.000, y nadie toca alarma.

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El “virus porcino” ha animado a los fabricantes de souvenirs ha lanzar productos inspirados en un nuevo tema. En Estados Unidos se han hecho populares unas camisetas en las que la bandera de México aparece recortada en forma de cerdo con una inscripción tampoco es muy elogiosa para el país que engendró la epidemia. Y en el propio México está a la venta un peluche del virus A/H1N1. Los innovadores de este sector lo han imaginado como un bicho redondo de color azul chillón con ojos de serpiente que le miran a uno fijamente. Este muñeco ha sido bautizado Achufi. En la campaña de promoción se utiliza el siguiente texto: “Comprándose este original peluche Usted, podrá recordar con cariño la enfermedad que está asolando medio mundo, particularmente a México. Para que lo presumas ante tus amigos, y les cuentes a tus nietos de esta experiencia única en la historia». A muchos mexicanos les ha indignado este mercantilismo que. a juzgar por todo, no ha dicho aún la última palabra, pero hay también otros muchos que alaban a los emprendedores negociantes: “¡Excelente idea y estupenda plasmación!”

Mi amigo Richi ya ha regresado de Ecuador a México y se ha comprado varios peluches Achufi. Cuando le pregunté que pensaba hacer en caso de un nuevo brote del virus A/H1N1, me contestó con su acostumbrado espíritu: “No voy a dejarme provocar y me curaré recurriendo al tradicional método mexicano: un vaso de tequila, una rodaja de limón y una pulgarada de sal».
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