México: Los privatizadores atacan a la energética nacional

Olga Lopez
22 de Octubre de 2009
México: Los privatizadores atacan a la energética nacional
La palabra apagón ha irrumpido en la cotidianidad mexicana. En los últimos días la capital mexicana así como muchas localidades del centro del país a cada rato se quedan sin luz.

Las zonas que sufren son las que reciben el servicio de la mayor compañía energética estatal “Luz y Fuerza del Centro” (LyFC). Más bien pudiera decirse que “recibían el servicio” toda vez que temprano en la mañana del pasado domingo se publicó un decreto según el cual esta compañía era cerrada. La víspera, en la noche del sábado, los edificios de “LyFC” en Ciudad México y en otra serie de ciudades del centro del país fueron tomados bajo su control por destacamentos policiales. En la tarde del domingo, el presidente del país, Felipe Calderón, se dirigió a la nación para explicar que el cierre de la compañía estaba dado por “no ser rentable”, por su “ineficiencia”, por el “mal estado de sus finanzas” y por su “incapacidad para mejorar el servicio a la población”. Por supuesto, el Presidente aseguró que esta medida se adoptaba en beneficio del pueblo mexicano.

Sin embargo, pocos son los que en México dudan de que semejante desarrollo de los acontecimientos no estén motivados por la privatización que se avecina de la rama energética la que, como la compañía petrolera “PEMEX”, constituye un bocado apetitoso para los privatizadores transnacionales. Las situaciones en ambas compañías son muy parecidas. En una y otra durante los últimos años los funcionarios estatales premeditadamente fueron reduciendo las inversiones para la modernización y creando todo tipo de obstáculos para el funcionamiento normal de estas empresas. Y todo con el propósito de convencer a la sociedad de que el Estado no puede ser un dueño eficiente. A pesar del sabotaje real, “PEMEX” no sólo continuó manteniéndose a flote, sino que era atractivamente rentable. Lo mismo se puede decir de la compañía eléctrica. Desde hace tiempo soñaban con apropiarse de ella. Le temían al Sindicato Eléctrico que siempre ha defendido de manera intransigente los intereses de los obreros y empleados. Es muy probable que precisamente por esto el “cierre” de LyFC se haya producido sorpresivamente y ¡en días feriados! Con anterioridad y para endulzar la píldora y embaucar a los trabajadores de la compañía, el Presidente Calderón fue pródigo en promesas acerca de que a los que perdieran su trabajo se le pagarían las compensaciones establecidas por la ley e “incluso más”. Sobre la nueva ubicación laboral de los 44 mil trabajadores no dijo ni una palabra.

Como era de esperar, el cierre de la compañía ha provocado protestas masivas. Miles de personas salen diariamente a las calles de México. En Internet pueden encontrarse cuadros impresionantes de estas manifestaciones (enlace 1, enlace 2, enlace 3). Como destacan los especialistas, “el gobierno federal y los radicales de izquierda están midiendo fuerzas”. Según el criterio de los analistas, la decisión del gobierno polarizó la sociedad y “predispone” al pueblo contra los eléctricos. De aquí vienen las prolongadas “interrupciones” de la luz. El gobierno culpa de ellas a los trabajadores que “no saben” solucionar con prontitud las averías, mientras que los líderes sindicales dicen que ahora toda la responsabilidad por todos los casos de sabotaje recae sobre la Comisión Federal de Electricidad a la que se le ha encomendado la gestión de la compañía.

El líder del sindicato de los eléctricos, Martín Esparza, en un mitin junto al Monumento de la Revolución, declaró que la decisión del gobierno es anticonstitucional, que el “cierre” es una “simulación habitual” y que los sindicatos discuten la táctica de la resistencia futura.

En efecto, la situación creada en México, según escriben los politólogos, es muy delicada. Algunos bloquean calles como protesta contra las “desconexiones mal intencionadas”. Otros apoyan a los eléctricos sabiendo por experiencias anteriores que la privatización está muy lejos de conducir siempre a un mejoramiento de la calidad del servicio y si, casi siempre, al aumento de las tarifas.

La decisión del gobierno de cierre de la compañía, tomada en pleno auge de la crisis económica, se ha convertido en un testimonio de la desesperación de las autoridades. México, “atado” a los EUA por el Acuerdo de Libre Comercio (NAFTA), es quien más penosamente sobrelleva la crisis en América Latina. Tratando de salvar la situación, Calderón adopta medidas impopulares: se corta la financiación de la educación, la salud pública, la cultura. Es decir, ¡se sacrifica todo aquello que era un orgullo para el país!

En México cada vez con mayor frecuencia se dice que el modelo económico neoliberal impuesto por los Estados Unidos “no da resultados” ni en la economía ni en el plano social y que ha llegado la hora de una discusión a escala de país de las prioridades nacionales y de la estrategia de su ejecución. Los analistas más perspicaces consideran que México ya ha madurado para reformas de carácter socialista y la llegada al poder de un “líder populista”.
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