Otra vía hacia la traición

21 de Julio de 2003
Según afirman los cristianos el camino al inferior está drado de buenas intenciones. Lo mismo no se puede decir, en verdad, del rumbo traicionero que por lo general recorren los políticos de cepa pequeñoburguesa cuando acceden al poder. Para ellos poco importa el programa de gobierno ofrecido antes a sus partidarios, y menos todavía la ideología supuestamente sustentada. Li que sí cuenta es su intención de mantenerse en el poder a toda costa.

Justamente en días recientes han estado reuniéndose en Inglaterra, con un gran despliegue de publicidad, y al parecer por iniciativa del propio primer ministro Tony Blair, varios centenares de dirigentes de los autodenominados progresistas, procedentes de países del llamado primer mundo o aspirantes ansiosos de formar parte de esa modalidad de aristocracia de la humanidad. Quizás el único rasgo común a todos ellos sea el de estar en el poder, y por consiguiente tratar de continuar en él todo lo más que puedan.

Hubo allí gentes muy diversas, desde socialdemócratas de viejo cuño hasta renegados comunistas del Este europeo, de los cuales se destacó por su cinismo el pobre presidente pelele polaco Alexander Kwasniewski, quien “a nombre de sus colegas participantes de Hungría, Rumania y la República Checa”, mencionó al Plan Marshall “como un ejemplo de la generosidad estadounidense”.

Hábilmente, los organizadores lograron adornarse con la presencia de tres personajes de un cierto relieve popular: el presidente sudafricano Thabo Mbeki y los sudamericanos Luis Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, los nuevos mandatarios de Brasil y Argentina. Y por si acaso estos últimos aguaban la fiesta, pues metieron también en ese espectáculo al “socialista” chileno Ricardo Lagos, continuador del “pinochetismo sin Pinochet” impuesto desde Washington.

En realidad se trataba de un esfuerzo por reanimar al actualmente muy decaído partido laborista de Gran Bretaña, víctima de la guerra imperialista contra Iraq…

De allí el énfasis puesto por Blair en aparentar un alejamiento de los políticas seguidistas respecto al Baby Bush, que han caracterizado al gobierno laborista. Para ello no ha encontrado mejor fórmula que la de enarbolar de nuevo su anterior bandera de la tal Tercera Vía, o sea un imaginario camino distinto del socialismo para salir del capitalismo.

Pero para intentar esta maniobra ha tenido el laborismo que darle otra batuta ideológica – según lo hizo con buen éxito ya cinco años – al reformista de derecha Anthony Giddens, su otro Tony, quien en su libro “The Third Way”… teorizó sobre lo que él propone para vestir con otras ropas a la sociedad capitalista sin alterar sus fundamentos económicos.

Ya entonces apareció con ese mismo título de 2La tercera vía”, en la exelente publicación “Communist Review” (¹ 30, 1999),.. un importante trabajo de su directora Mary Davis analizando el sentido verdaderamente anti-socialista, y también igualmente anti-socialdemócrata, de lo que ha propuesto Giddens en su libro.

Recuerdo que acá en Venezuela hubo quien se dejara seducir por dicha denominación tercerista (una de las tantas formas de expresarse el temor al comunismo) y pretendiera inducir a hugo Chávez a tomar ese camino. Escribí en aquellos días que eso de una tercera vía no era otra cosa que un vulgar engaño ideológico, y ahora yo debo rectificar, ya que ha visto con lo de Blair en Iraq que sí hay esa tercera vía, y es la de la traición a los propósitos enunciados. (Jerónimo Carrera, La Razón, Venezuela)
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