Raul Castro, reformas en Cuba y Rusia

Nil Nikandrov - http://es.fondsk.ru
22 de Junio de 2009
Raul Castro
En los medios de comunicación masiva del Occidente más de una vez han sido publicadas noticias (falsificadas) sobre la muerte de Fidel Castro, lo que provocó una abierta euforia en la administración de EEUU y en los círculos de los emigrantes. El convencimiento de que el fracaso del socialismo en Cuba está cerca, incitó al presidente Bush y su equipo de halcones a continuar más enérgicamente la desestabilización del régimen cubano. En Washington anunciaron el comienzo del período de transición en la isla mucho antes de la enfermedad del líder cubano.

En mayo de 2004 en EEUU fue publicado el plan, que preveía la construcción en Cuba de "la democracia multipartidista y la economía de mercado". El plan incluía cláusulas secretas sobre los métodos para conseguir este objetivo. De hecho, fue la pretensión del imperio a la participación directa en el relevo del régimen en Cuba. Fue reforzada la presión política a La Habana, recrudecido el chantaje económico de bloqueo. Sin tener en cuenta el derecho internacional, fue puesto en acción todo un arsenal de operaciones secretas, medios y métodos de la guerra informativa y propagandística, el know how "de las revoluciones de colores". Los grupos disidentes en Cuba, inspirados por remuneraciones en dólares desde los fondos norteamericanos, intervinieron con programas de amplia difusión de "la democratización" del sistema político, el desmontaje "del comunismo castrista".

Uno de estos disidentes, Héctor Palacios, declaró a comienzos del 2008 durante el encuentro con el anticomunista profesional Leh Valensa, ex presidente de Polonia: "Fidel Castro y la revolución están muriendo, los cambios en el modo de pensar de los cubanos ocurren más rápidamente. La oposición está preparada para el momento, cuando Castro desaparezca. Tenemos que encabezar el proceso de la transición a la democracia. Estamos orientados a eso y somos capaces de administrar la isla para privarla de la miseria, a la cual condenaron a Cuba años innumerables de la dictadura". En esta declaración todo es mentira. A pesar de su edad y la dificilísima operación quirúrgica, Fidel resiste firmemente y se puede decir con plena razón, que él está "más vivo de todos los vivos".

Sí, Fidel depuso las funciones, relacionadas con la dirección del estado, las fuerzas armadas y el partido comunista, pero su experiencia política y vital está usada plenamente por sus coetáneos de la revolución, que pone nuevos objetivos. De eso declaró con toda certeza Raúl Castro, el hermano, coetáneo y sucesor de Fidel. El modo de pensar de la mayoría aplastante de los cubanos no tiene nada en común con la contrarrevolución. Ellos están muy lejos de apoyar a los disidentes, quienes (¡lo que más de una vez fue demostrado en el ejemplo de otros países!) hacen generosas promesas al pueblo, pero al llegar al poder, satisfacen descaradamente su propio interés mercantil.

La tesis de que la oposición está preparada para administrar la isla es excesivamente dudosa, porque sus células separadas no tienen ni un mínimo apoyo de los cubanos. Muchos "líderes de la disidencia", como se supo recientemente, durante largos años actuaban por el encargo de la contrainteligencia cubana. En el libro "Disidentes", publicado en La Habana, ellos contaron sobre sus contactos con los agentes de la CIA, que trabajaban bajo el techo de "La representación de los intereses de EEUU" en La Habana, sobre los premios en moneda sonante por las actividades subversivas, sobre las instrucciones de crear un movimiento de protesta. El autor del libro dijo en una de las entrevistas, que no todos los "líderes de los agentes-disidentes" han sido descubiertos. Otros continúan su trabajo patriótico.

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A la revolución cubana se la puede considerar como un fenómeno único en su género. Creció y se realizó en el propio terreno nacional, lo que explica su firmeza. La dirección cubana siempre contrarrestó a la oposición radical, pero con los métodos civilizados: en la isla no hubo represiones masivas, aunque cualquier atentado contra el régimen actual se veía por las autoridades como una actividad subversiva en las condiciones de la confrontación con EEUU.

La amenaza de una agresión militar unía a los cubanos, fortalecía el sentimiento de la dignidad nacional, la decisión de luchar por la libertad y la independencia, a pesar de todas las privaciones y limitaciones materiales, originados por el bloqueo económico. La alta dirección partidista y estatal del país superaba las dificultades de la vida cotidiana al igual que todos, lo que sirvió de importante factor de consolidación. Los intentos de los funcionarios en cualquier peldaño jerárquico de crear para sí un rincón paradisíaco personal bajo el techo de la revolución, era castigado por prisión y la confiscación de los bienes mal ganados.

La sucesión en Cuba es uno de los problemas de la supervivencia de la revolución. Precisamente por esta razón en el quinto congreso del Partido Comunista de Cuba (octubre de 1997) Fidel llamó a su hermano como el sucesor: “En la figura de Raúl,- declaró,- tenemos a un hombre, capaz de sustituir a cualquiera de nosotros, sobre todo, a mi”. Según las palabras de Fidel, es precisamente “Raúl, quien está preparado mejor que otros y posee mayor experiencia” de la dirección del país.

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Raúl Modesto Castro Ruz nació el 3 de junio de 1931 en el poblado de Birán (la provincia de Oriente) en la familia del propietario de una plantación de caña de azúcar. Fue el cuarto de los siete niños y el menor de los tres hermanos (cinco años más joven que Fidel). Se graduó de un colegio jesuita, ingresó en la Universidad de La Habana, donde estudió disciplinas de los problemas de la dirección del estado.

Raúl fue militante de la Unión de la Juventud Socialista, y sus puntos de vista izquierdistas se formaron mucho antes, que en el caso de Fidel, quien declaró sus convencimientos socialistas sólo en el año 1961. En julio de 1953 Raúl junto con un grupo de jóvenes revolucionarios, encabezados por Fidel, asaltó los cuarteles de Moncada en la ciudad de Santiago de Cuba, para dar la señal a un levantamiento popular general en contra de la dictadura de Fulgencio Batista. El intento fracasó, y los hermanos Castro fueron arrestados. En 1955 después de la amnistía ellos emigraron a México. Allá Fidel encabezó “El Movimiento 26 de julio”, llamado en honor al ataque al cuartel Moncada.

Además, Raúl estuvo entre aquellos revolucionarios, quienes en diciembre de 1956 partieron a Cuba en el yate “Granma”. Los participantes del desembarque cayeron en una trampa, y sólo pocos de ellos pudieron salvarse de la persecución de los soldados. Raúl, junto con un puñado de guerrilleros, logró alcanzar con combates las montañas de Sierra Maestra. Allí comenzó la guerrilla. Raúl fue uno de los comandantes de las fuerzas revolucionarias, bajo su mando se encontraban no menos de cuatro mil guerrilleros.

Después de la victoria de la Revolución Cubana y el derrocamiento de Batista en enero del año 1959, Raúl encabezó la administración militar y civil en la provincia de Oriente. En febrero de 1959 Raúl Castro fue nombrado el Comandante de las fuerzas armadas, y pronto – ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. El ministro tuvo suficiente práctica militar, y los profundos conocimientos teóricos los adquirió en las clases de los tutores soviéticos, profesores de la Academia Militar Frunze, enviados especialmente (de forma súper secreta) desde Moscú. El curso de preparación de tres años el cadete Raúl Castro lo dominó exitosamente en uno y medio. Hasta ahora dice con una franqueza categórica: “Los oficiales soviéticos fueron nuestros profesores en el dominio del arte militar moderno”.

Después de la desintegración del campo socialista y la desaparición de la Unión Soviética, Cuba entró en una prolongada crisis económica. El gobierno se vio obligado a aceptar enormes concesiones al capital extranjero, permitir las inversiones desde el exterior en una serie de ramas de la economía, permitir la circulación en el país de divisas extranjeras. En aquel período complicado el papel clave en la realización de los experimentos financieros y económicos en aras de la salvación del socialismo desempeñó la dirección militar del país. Los militares administraban el negocio turístico estatal, buscaban caminos a la modernización de la agricultura no productiva, introducían elementos del comercio de mercado, se adherían a la “corrección” de la política financiera.

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El 24 de febrero de 2008 el parlamento de Cuba eligió a Raúl Castro el Jefe del Estado – el Presidente del Consejo de Estado. Al intervenir ante los diputados, Raúl dijo: “Acepto toda la responsabilidad, entregada por Uds. Sin embargo estoy seguro, que el Comandante de la Revolución cubana es y será sólo un hombre. Fidel es Fidel. Todos nosotros sabemos perfectamente, que nadie nos podrá sustituir a Fidel. Pido a la Asamblea Nacional el derecho de consultar sobre los problemas de la defensa, la política internacional y la economía con el líder de nuestra revolución”. La solicitud de Raúl fue escuchada con ovaciones. En Cuba saben, que todas las decisiones importantes del gobierno cubano pasan a través de “la evaluación de experto” de Fidel. Sus recomendaciones “del momento actual” se toman en cuenta, y los estudios estratégicos de los problemas del período de la transición y la defensa de las conquistas socialistas ayudan al gobierno de trazar el rumbo renovado, lejos del dogmatismo. Precisamente de estas elaboraciones Raúl dijo: “No todo, escrito por él, está destinado al público”.

Raúl nunca pretendió al papel de un político público. Y la explicación no consiste en que “le faltaba el carisma y el magnetismo elocuente de Fidel”, como escribían de una manera estereotipada numerosos biógrafos. Cuba resistió al imperio agresivo sin escrúpulos. Esta tarea titánica la pudo haber cumplido sólo el líder de una gran voluntad, indoblegable e indiscutible Fidel. En nuevas condiciones su sucesor Raúl muestra las mismas cualidades de líder y la precisión de la posición. Basta recordar su respuesta a las declaraciones, que salieron de la administración de Obama, en el sentido de que Cuba “tiene que mostrar con hechos la disposición de dialogar con Estados Unidos”. “No debemos nada,- dijo Raúl Castro,- no somos nosotros, quien casi un medio siglo mantiene a EEUU en el bloqueo económico”.

La llegada de Raúl al poder provocó comentarios contradictorios en los medios de comunicación masiva mundiales. Por un lado, le llamaron como un político más radical y firme, que Fidel, un fiel defensor de los ideales comunistas. Por otro lado, del nuevo presidente del Consejo de Estado esperaron algo parecido a “la perestroika a lo cubano”, una transición acelerada al modelo del socialismo, orientado al mercado. Porque el propio Raúl reconoció públicamente más de una vez, que la necesidad de las reformas económicas hace tiempo que ha madurado, que en el país existen muchos problemas no resueltos.

El anunció la reforma administrativa y los recortes de cuadros en las estructuras estatales con el objetivo de “asegurar su actividad más eficaz”, adoptar de una manera “más centralizada” las decisiones de los problemas económicos más agudos. Así, fueron unificados en uno solo el ministerio del comercio exterior y el de las inversiones extranjeras. Fueron unificados los ministerios de la industria alimenticia y la pesca. Nuevas personas llegaron a once carteras ministeriales. Mucho ruido en la prensa mundial hubo con el motivo de la destitución del secretario ejecutivo del Consejo de ministros, Carlos Laje, el ministro de asuntos exteriores, Felipe Pérez Roque, el vice-presidente del Consejo de ministros y el ministro de la economía, José Luís Rodríguez. Los “cubanólogos” occidentales llamaban frecuentemente sus nombres como sucesores potenciales de Fidel, y por eso explicaron su destitución con la falta del deseo de Raúl de tener en su equipo a competidores potenciales, quienes libran por lo bajo una lucha por el poder. La apuesta a los coetáneos de las estructuras de fuerza es otro factor, que tiene que asegurar la controlabilidad del país en la etapa actual.

Durante los primeros meses en el alto cargo Raúl Castro emprendió pasos, que fueron interpretados como su ansia de liberalizar la vida del país, poner fin a la dictadura de las palabras "no se puede". "Tenemos demasiadas limitaciones y prohibiciones legislativas,- dijo él,- traen más perjuicio, que ventajas". Además, Raúl mencionó los ritmos de las transformaciones venideras: "Todos nosotros quisiéramos avanzar más rápido (en la dirección necesaria), pero no siempre esto es posible".

La primera indulgencia ha sido quitar la prohibición al uso de una serie de artefactos electrodomésticos. Esta prohibición, introducida en 2003, se explicaba por el déficit de la energía eléctrica. Por eso se tuvo que limitar la adquisición de acondicionadores, computadoras, videograbadoras, hornos microonda, etc. Un poco más tarde por la iniciativa de Raúl fue dada la "aprobación" a la venta y uso de teléfonos celulares. En un grado mucho más amplio se hizo accesible el Internet. A los cubanos les permitieron hospedarse en hoteles, que antes alojaban sólo a extranjeros, y alquilar automóviles, lo que con los salarios actuales, equivalentes a 10-20 dólares, es un lujo poco accesible para los cubanos leales, que son la mayoría aplastante. En la agricultura ha sido realizada la reforma, que dio a los campesinos el derecho de decidir por ellos mismos, qué cultivos sembrar en la tierra, qué hacer con la cosecha y el dinero después de su venta. Fue aprobada la privatización (sin derecho a reventa) de la vivienda estatal. Cuba firmó el Pacto Internacional de los derechos sociales y políticos, al igual que el convenio de los derechos económicos, sociales y culturales. Cada día Cuba se abre más y más al mundo, segura de las ventajas y logros de su régimen socio-político.

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Las conquistas de la revolución son caras a los cubanos. El servicio médico gratuito, la educación de alta calidad (partiendo de la escolar hasta la universitaria), la constante preocupación del estado por la construcción de la vivienda para los ciudadanos, el sistema desarrollado de la seguridad social,- todo esto será conservado en el transcurso de la modernización del modelo socialista cubano. No hay que pensar, que los cubanos no saben nada sobre "el mundo exterior" y por eso lo idealizan. Decenas de miles de ciudadanos de Cuba – médicos, profesores, militares, especialistas de distinta clase – han trabajado en los países capitalistas y están bien enterados de las ventajas y las deficiencias del régimen socialista en Cuba. La principal opinión de los cubanos es siguiente: hay más ventajas, y las deficiencias se las puede corregir. La experiencia dramática del derrumbe del socialismo en la URSS y los países de Europa Oriental ha sido estudiada cuidadosamente por la dirección cubana, y se han hecho conclusiones correspondientes. El resumen principal es evidente: el rechazo al modelo socialista será una catástrofe para el país.

Pero el país tiene todavía muchas dificultades. "Cada uno de los problemas actuales de la sociedad cubana exige tantas variantes de la solución, cuantas no hay incluso en el tablero de ajedrez",- dijo una vez Raúl Castro. Para calcular todos los pasos, se necesita tiempo. La reformación del socialismo a la manera cubana se está realizando paulatinamente, por etapas y de una manera bien calculada, más a menudo se está usando la experiencia china y vietnamita. Es precisamente este punto de vista de la solución de los problemas planteados, sopesado a lo oriental, es característico para Raúl, a quien consideran como el principal pragmático en la dirección cubana. El gobierno nunca aceptará experimentos, que conlleven a una estratificación no controlada de la sociedad según el criterio de la propiedad. Ya ahora la vida lujosa de algunos representantes "del mercado negro", especuladores y figurantes del sector espontáneo de los servicios sexuales provoca una tensión notoria en la sociedad cubana.

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De todos los políticos cubanos Raúl Castro más que otros está orientado a la colaboración con Rusia. Con una invariable pena él habla de los cataclismos políticos, que produjeron la desintegración de la Unión Soviética y el enfriamiento de las relaciones cubano-rusas. En la reciente entrevista al programa televisivo "Fórmula del poder" Raúl dijo con amargura: "Mi primer viaje a Moscú fue en julio de 1960, y el último hace exactamente 24 años, en marzo de 1985. Realicé 23 visitas con los objetivos más variados – gubernamentales, del partido, militares – para la participación en algunas maniobras en los países del Tratado de Varsovia y en la Unión Soviética propiamente dicho. Con otras palabras, en un cuarto de siglo realicé 24 visitas, y durante los 25 años siguientes – ni una sola".

Para dar un nuevo impulso a las relaciones con Rusia, el presidente de Cuba llegó con una visita oficial a Moscú a comienzos de enero del año 2009. El ministro de relaciones exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, al evaluar los resultados de la visita, dijo que ha sido tensa y eficaz. El número total de los acuerdos suscritos rebasó 30. Dentro de los documentos, firmados por los presidentes Dmítriy Medvédev y Raúl Castro, - el memorándum de los principios de colaboración estratégica entre los dos países. Según las palabras de S.Lavrov, todos los acuerdos "son no sólo documentos declarativos, sino unos acuerdos prácticos, que serán realizados en las esferas más variadas de la colaboración económico-comercial, de inversiones, cultural, y en general, humanitaria, en la esfera de la educación, la preparación de los cuadros, la sanidad y la medicina".

Buenas perspectivas existen para la colaboración técnico-militar ruso-cubana. El ejército cubano, la aviación y la marina están equipados, en general, con armamentos rusos. Partiendo de los intereses de la defensa, ellos necesitan una modernización de los equipos de combate, suministros de nuevos modelos y piezas de repuesto. Asimismo La Habana está interesada en que Rusia continúe el trabajo de exploración y después - la extracción de petróleo en la plataforma marítima cubana (el interés activo a estos yacimientos revelan China, Brasil y Venezuela). La transformación de Cuba en un próspero estado extractor de petróleo (ahora se autoabastece al 40 por ciento con propios hidrocarburos, los demás recibe desde Venezuela en las condiciones sumamente ventajosas) es más que real. Esto pondrá fin una vez para todas a las discusiones sobre "la dudosa capacidad de pago" de Cuba.

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Las reformas en Cuba es un proceso positivo y en todos los sentidos inevitable, que abre perspectivas favorables para fortalecer las posiciones de Rusia en la Isla de la Libertad. En la entrevista para la televisión rusa Raúl Castro pronunció las palabras muy importantes para todos nosotros, sobre todo para aquellos, quienes definen el vector estratégico de la política exterior de Rusia y de sus relaciones de aliado: "Nosotros, los cubanos, somos un pueblo agradecido y siempre vamos a recordar lo que hicieron para nosotros los pueblos de la Unión Soviética, en primer lugar, el pueblo ruso, lo que nos hizo evitar muchos sufrimientos. Es por eso, que quisiéramos transmitir nuestro sincero saludo y el calor de nuestros corazones al pueblo ruso y manifestar la firmeza, que hemos demostrado a lo largo de todos estos años difíciles, conservando nuestra propia solidez, el honor y la dignidad. Esperamos, que dentro de 50 años los herederos de los rusos de hoy podrán felicitar a los descendientes de los cubanos de hoy por el centenario de la victoria de la revolución cubana. Estamos resistiendo y vamos a resistir".

Los líderes rusos, siguiendo las normas generales de la cortesía política, llaman de "socios" a todos sus interlocutores extranjeros, aún cuando son enemigos de Rusia y del pueblo ruso. Precisamente por eso la palabra unificadora e indiferente "socio" no puede ser usada bajo ningunas circunstancias, tratándose de los cubanos. Nuestros amigos cubanos no lo merecen.
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