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Los espejismos neoliberales de Panamá

Nil NIKÁNDROV, http://es.fondsk.ru
11 de Julio de 2009
Los espejismos neoliberales de Panamá
Sobra decir, que la internacional neoliberal saludó con admiración la victoria del oligarca multimillonario Ricardo Martinelli en las elecciones presidenciales de Panamá. La tesis principal de los comentarios panegíricos ya ahora es obvio: el pueblo panameño, al votar por el multimillonario, "volvió a reafirmar", que prefiere el modelo neoliberal del desarrollo de su país. La resonancia de aquellos medios de comunicación masiva de Rusia, que se encuentran al servicio de los oligarcas, también es comprensible: "Es un digno ejemplo para el electorado ruso, que hace tiempo tiene que perder las ilusiones izquerdistas".

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Martinelli, al convertirse en presidente en el segundo intento, confirmó la reputación del hombre, que está acostumbrado a conseguir el objetivo planteado. Es propietario de una red de 36 supermercados, controla una serie de plantas del sector alimenticio, bancos, se ocupa con entusiasmo del negocio de importación y exportación, súper-ventajoso en las condiciones de Panamá. Detrás de sus espaldas – dos títulos universitarios: uno de Costa Rica y el otro estadounidense. La especialización – administración de grandes empresas. Durante el período de la presidencia de Mireya Moscoso, marcado por narcoescándalos y la corrupción desenfrenada, ha sido ministro de los asuntos del canal. La decisión sobre la ampliación de la vía interoceánica, que tiene una importancia vital para el país, fue aprobada en 2006 con la participación directa de Martinelli.

Ha sido elegido por la mayoría absoluta (el 61 por ciento). Ni uno de los presidentes en la historia moderna del país ha alcanzado un resultado semejante. "La victoria de Martinelli se hizo posible en gran medida gracias a la elección de protesta. Los electores estuvieron extremadamente descontentos por la actividad del gobierno anterior,- consideran los politólogos de la izquierda de Panamá.- El presidente Martín Torrijos (hijo del general-patriota Omar Torrijos, quien logró que EEUU transfiriera el canal de Panamá bajo el control del estado) mostraba una inconsecuencia en la política social, favorecía a los intereses del gran capital, y algunos de sus ministros estuvieron involucrados en escándalos de corrupción".

Martín Torrijos llegó al poder en 2004 bajo las consignas ampliamente promulgadas: realizar reformas de envergadura y tratar de alcanzar una justicia social en aras de los intereses de todo el pueblo. El joven Torrijos juró por la memoria de su padre, que cumpliría sus promesas, consideradas por muchos como populistas. Algunos politólogos incluso lo denominaron "Chávez panameño". No ocurrió nada por el estilo. Martín hizo todo lo posible, para distanciarse de Chávez (quien siempre consideraba a Torrijos como su ídolo), y seguía dogmas neoliberales en su política interna y exterior. Citemos sólo un ejemplo. En junio de 2005, siguiendo el llamamiento del Frente Popular, miles de personas se declararon en huelga en Panamá en defensa de las garantías sociales. Alrededor de 50 sindicatos y otros grupos sociales anunciaron la realización de la huelga. Pararon su trabajo escuelas, instituciones médicas, muchas empresas constructoras y entidades agrícolas. Los panameños expresaron su desacuerdo en forma unánime con aquellas reformas neoliberales en el sector social, que iba a realizar el gobierno de Torrijos. Una de las reformas más impopulares fue la de pensión: se proponía elevar la edad de pensión de 62 a 65 años para los hombres y de 57 a 62 años para las mujeres. También los panameños rechazaron categóricamente la privatización del suministro de agua. Para evitar la desestabilización del país Torrijos se vio obligado a aceptar algunos compromisos. Pero los panameños no le perdonaron a Martín su traición, por eso su ranking de popularidad, que antes llegaba al 80 por ciento, cayó hasta el 20 por ciento en los últimos meses de su presidencia.

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La peculiaridad del proceso electoral actual en Panamá ha sido el hecho de que dentro de los candidatos al cargo superior del estado estaban ausentes candidatos reales, que pudieron representar el electorado "más a la izquierda del centro". Los rivales principales de Martinelli fueron los neoliberales como él: Guillermo Endara (partido la "Vanguardia Moral de la Patria" VMP) y Balbina Herrera ("Partido Revolucionario Democrático" PRD). Los programas electorales de los tres casi no se diferenciaban por su contenido, y según el nivel del "componente demagógico" batieron todos los récords anteriores. Endara es conocido por el hecho de que después del derrocamiento por los norteamericanos del "tirano" Manuel Noriega en diciembre de 1989 juramentó a la presidencia en el territorio de la base militar estadounidense en la zona del canal de Panamá, o sea, es percibido por los panameños como "un hombre de Washington". Balbina Herrera profesa la ideología social-demócrata, pero en la interpretación moderna "diluida", tomando con mucho gusto prestadas las ideas de sus rivales políticos. Al mismo tiempo, que su nombre figuró en un famoso escándalo de corrupción.

Con este trasfondo Martinelli se veía más que decente. En el transcurso de la campaña electoral se le inculcaba a un ciudadano común y corriente: "El candidato de la "Alianza" es muy rico, lo que significa una perfecta vacuna contra la corrupción". Martinelli, con la ayuda de los especialistas en imagen de altos honorarios, se transformó en un millonario atractivo de alma abierta y bondadosa. Se recurrió al mimetismo, los talentos artísticos y el carisma italiano. "Sí, soy rico, pero estoy trabajando no menos, que un hombre sencillo de la calle",- decía Martinelli a los electores. Una ropa poco exigente, un calzado modesto de la calle, el uso de frases cortas, para explicar de una forma accesible la esencia de su programa, impregnado por la preocupación por la persona sencilla. Además, Martinelli demostró "visualmente", que no tiene miedo al trabajo físico. Ha estado bajo las luces de los sofitos en calidad de un barrendero de la calle, un pescador, que arroja la red a las ondas del mar, un soldador eléctrico, y todo de una forma emocional, conmovedora, en el estilo del cine italiano de la época del "neorrealismo". El eslogan electoral también fue compuesto en una forma adecuada: "Caminando en los zapatos del pueblo". Todo esto tarde o temprano tuvo que causar una impresión necesaria al electorado: "Rico, pero trata con todas las fuerzas parecer a nosotros".

Luciendo "el calzado popular", Martinelli gastó en la primera y la segunda campaña electoral más de 90 millones de dólares, pero no sólo los propios, sino también los de "los fondos especiales", presentados por los amigos de EEUU. Martinelli promete a la población atraer al país inversiones extranjeras, crear nuevas plazas de trabajo, construir vivienda accesible, frenar la corrupción y la criminalidad, así como solucionar de una vez para todas el problema del transporte en la capital, construyendo el metro (no menos de 600 mil automóviles llenan diariamente las calles encandecidas de la ciudad de Panamá). Todo esto habían ya prometido los antecesores de Martinelli en el cargo superior del estado. Pero el desempleo crece, la corrupción se anidó firmemente en todos los niveles de la máquina burocrática, la criminalidad no cede sus posiciones. Es poco probable, que algo cambie seriamente para los panameños comunes y corrientes también durante la gobernación de Martinelli, caracterizado por sus rivales como el hombre de "doble moral".

Panamá ha ganado firmemente la fama del narco-canal, a través del cual los alucinógenos se envían a EEUU y los países europeos. A través de las estructuras bancarias "se lavan" sumas multimillonarias de "dinero sucio", conseguido por las vías criminales tanto dentro de Panamá, como en otros países del mundo. Este dinero se envía con un flujo bondadoso a la economía de Panamá, sobre todo, a su sector de la construcción de vivienda. Todo en el país es controlado por la mano rapaz de las mafias internacionales y de las compañías transnacionales, que habían privatizado casi todo, excepto el aire y el agua. Si no fuera por las ganancias de la explotación del canal de Panamá, que llegan de una forma estable al tesoro público estatal, el país estaría al borde de una bancarrota.

Es importante señalar, que la fórmula victoriosa de "la Alianza por los cambios" fue creada en 2008 con la ayuda directa de Barbara Stevenson, la embajadora de EEUU en Panamá. Ella invitó a su residencia a Martinelli y a su rival potencial Juan Carlos Varela del Partido Panamenista. La norteamericana convenció a Varela, el dueño de plantas productoras de bebidas alcohólicas, a postularse al puesto del vicepresidente: "Por separado Uds. pueden perder, pero en el dúo la victoria les será garantizada". En la persona de Martinelli EEUU adquirió un aliado regional seguro y tratará de aprovechar esta situación para contrarrestar "el boom populista" en América Latina. El hincapié especial será hecho en el regreso a la zona del canal de Panamá de aunque sea una parte de las bases norteamericanas, que existían allí antes del año 1999. Aunque, bajo el pretexto de garantizar la seguridad del canal de los ataques hipotéticos de terroristas, el Pentágono no ha salido de hecho de Panamá, organizando permanentemente "ejercicios internacionales" de distinta índole. La clausura inevitable de la base estadounidense de Manta (Ecuador) en noviembre de este año incita a los norteamericanos estudiar "la variante panameña" de su traslado dentro de las más promisorias. En los círculos neoliberales esta posibilidad no provoca indignación. Las tesis propagandísticas ya se están pronunciando en orden de la prueba: "1) el Pentágono pagará bien a Panamá; 2) en las condiciones de la crisis mundial todos los medios son buenos para engrosar el tesoro público estatal; 3) este dinero será utilizado para las necesidades sociales de los panameños; 4) las bases militares no se crean para siempre: hoy abriremos, y algún día de la mañana cerraremos, la experiencia ya la tenemos".

Para Washington, el usuario principal del canal, el fortalecimiento de las posiciones en el cruce estratégico entre los océanos el Atlántico y el Pacífico siempre será la tarea geopolítica prioritaria. En Casa Blanca entienden, que los rivales omnipresentes (China ante todo) se aprovecharán del retroceso de las posiciones en "el rumbo panameño", y llenarán con mucho gusto el vacío creado. China es el segundo país en la lista de los principales estados, usuarios del canal de Panamá. Le corresponde del 9 al 10 por ciento del monto de las cargas del canal. El flujo de las mercancías chinas de consumo a los mercados de América del Norte y del Sur crece en el 8-9 por ciento al año. La economía de China depende en gran medida de la importación latinoamericana. Desde Brasil llega el mineral de hierro, desde Argentina – las culturas oleáceas, desde Brasil y Cuba – el azúcar, desde Venezuela – productos petroleros. Precisamente por eso China muestra su interés hacia la participación en la modernización del canal, y está realizando ahora inversiones multimillonarias para la ampliación de los terminales de contenedores, que le pertenecen. Están interesados también en la ampliación de la capacidad de acceso del canal de Panamá otros países, que forman parte del primer decenio de sus usuarios: Japón, Chile, Corea del Sur, Brasil, Argentina y Venezuela.

Es precisamente por eso EEUU está dispuesto a seguir influyendo sin ceremonias algunas a su destino consiguiente. Las esclusas de la nueva generación les permitirán a los norteamericanos realizar reemplazamiento operativo a la región necesaria del océano mundial de todos los tipos de portaviones, que tiene la Marina de Guerra de EEUU, ayudarán a intensificar el transporte de los productos de petróleo desde el Caribe a la costa pacífica de EEUU.

Y, claro está, controlando a Panamá, EEUU hará todo lo posible, para que en el futuro cercano en este país no aparezca un gobierno de "orientación populista".

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Panamá lidera dentro de los países latinoamericanos más globalizados, o sea, orientados a la economía internacional. Para Rusia, que comenzó la realización de planes ambiciosos de expansión multivectorial en la región Asiática del Pacífico, Panamá es un socio principalmente importante. Y, al juzgar por las dimensiones de la embajada, que se está construyendo allá, Moscú asigna un carácter especial a la colaboración con este país. Posiblemente, por la semejanza de los conceptos neoliberales del desarrollo, por los que se guían los gobiernos de ambos países.
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