La presidenta Cristina, la sucesora de Eva Perón

Nil Nikándrov - http://es.fondsk.ru
8 de Septiembre de 2009
La presidenta Cristina, la sucesora de Eva Perón
Si una argentina, que se ha dedicado a la política, no ha asimilado la herencia ideológica de Eva Perón, es difícil que logre el éxito. Cristina Fernández de Kirchner dijo una vez: "Si me identifico con Eva, es con aquella, quien está parada ante el micrófono con un puño en alto". Evita era un ídolo, una esperanza, un soporte y un portavoz de todos los humillados e insultados en Argentina a mediados de los años 40 – el comienzo de los 50. Los llamaba "mis descamisados" y hacía todo lo posible para que la justicia social no se haga para ellos un concepto abstracto, sino una realidad. Según las palabras de Fernández, Evita siempre le había sido cercana precisamente por la misma razón: "Si hay una necesidad de hacer paralelos, quisiera, que nos comparen como unos políticos, quienes están luchando por los derechos sociales de la gente humilde".

Cristina nació en la localidad de Ringuelet (en los suburbios de La Plata) el 19 de febrero de 1953. Su padre, Eduardo Fernández, un emigrante español, trabajó de chófer de autobuses urbanos. Se decepcionó de la vida familiar y se fugó en una dirección desconocida, cuando Cristina no había cumplido aún ni 10 años. Su madre, Ofelia Esther Vilgelm, de procedencia alemana, estimulaba en la hija su autosuficiencia, la independencia, la habilidad de conseguir el objetivo, a pesar de los problemas en la vida, en las finanzas y de otro tipo.

Su familiarización con la política comenzó en la facultad jurídica de la universidad de La Plata. Durante el primer año estudiantil Cristina se hizo miembro del "Frente de la unificación Eva Perón", que más tarde se transformó en la organización "La juventud universitaria peronista". Ha sido una filial legal de la agrupación clandestina de los guerrilleros urbanos "Montoneros".

Más tarde Cristina, rindiendo tributo al pasado, decía que la generación de los años 70 produce en ella la admiración por su preparación intelectual, el sentido del deber, la presencia de los altos ideales y muchas otras cosas. Y se pronunciaba críticamente de los errores políticos de aquel período, uno de los cuales había sido "el desprecio a los procedimientos democráticos": "En rasgos generales, era una revelación de la arrogancia hacia la voluntad del pueblo. Era un concepto élite, ya que las élites pueden ser no sólo de la derecha, sino también de la izquierda. No confiar a la voluntad del pueblo – es una posición errónea, es tonto creer, que es posible cambiar la sociedad, que no haya madurado para las transformaciones internas. Hubo mucho infantilismo político, mucha limitación y autosuficiencia".

Cristina y Néstor Kirchner se conocieron en una de las veladas estudiantiles (octubre de 1974). Dentro de seis meses se casaron. Las represiones de la dictadura militar, "las desapariciones" y los asesinatos de muchos de los amigos obligaron a la joven familia Kirchner a trasladarse a la patria de Néstor – la localidad El Calafate (la provincia de Santa Cruz) en la lejana Patagonia. Se ocuparon de la práctica abogada, que tenía que ver con la venta de los inmuebles. Estaban trabajando incansablemente, los negocios iban bien, el bienestar material de la familia se estaba mejorando. Nacieron los hijos – el hijo Máximo y más tarde la hija Florencia.

Después de la derrota de la dictadura militar los Kirchner se ocuparon de nuevo de la política activa. Néstor fue elegido como el alcalde de Río Gallegos, la capital de Santa Cruz, y después – como el gobernador de la provincia. Cristina encabezaba sus equipos electorales, ganando la experiencia política, aprendía a desenmascarar y prevenir las "operaciones de relaciones públicas" negras de los rivales. En mayo de 2003 Néstor Kirchner ocupó el alto cargo del estado.

Indudablemente, Cristina desempañó un papel importante en la carrera de su esposo. Pero tuvo también sus ambiciones. Estaba alineando su propia carrera política: el primer peldaño – miembro de la junta legislativa en la provincia de Santa Cruz, después – diputado y senadora del Congreso Nacional de Argentina. A veces eclipsaba en popularidad a su esposo Néstor. En diciembre de 2007 Cristina Fernández recibió de las manos del esposo los símbolos del poder – el bastón presidencial y la cinta de dos colores, blanco y azul celeste, a través del pecho.

La doctrina del "justicialismo", a la cual se atienen los esposos Kirchner, supone la construcción de una sociedad justa "del tercer camino" entre el capitalismo y el socialismo. De eso soñaron Juan y Eva Perón. Los justicialistas trataban de hacer el hincapié en los proyectos sociales.

Cristina definió el contenido de su programa económico social como la continuación del rumbo justicialista del gobierno de Néstor Kirchner. No pudo ser de otra manera. Durante los cuatro años del gobierno él logró aspirar el optimismo al pueblo, neutralizar las consecuencias de la crisis, en la que sumieron el país los experimentos económicos, realizados por los gobiernos neoliberales en los años 80-90. Hasta ahora los argentinos siguen recordando con horror aquel período del saqueo desenfrenado del sector estatal de la economía nacional. Los privatizadores daban promesas generosas, garantizaban un mercado eficaz y una prosperidad inédita. Todo resultó el engaño: en la tradicionalmente próspera Argentina, que abastecía la mitad del mundo con la carne y el trigo, los niños comenzaron a morir del hambre. El desempleo, la carestía, la falta del techo sobre la cabeza, la arrogancia cínica del poder – todo eso devino en un crecimiento inusitado de la tirantez social en el país.

Néstor Kirchner cambió drásticamente el rumbo económico del país. El crecimiento del PIB alcanzó el 8-9 por ciento al año, se redujo considerablemente el número de los desempleados, fueron elevados el salario mínimo, las pensiones y los subsidios sociales. Por eso, cuando Cristina Kirchner y su "Frente para la victoria", que unía a los peronistas, los radicales y los ex socialistas, comenzaron la campaña electoral, fueron apoyados en primer lugar por los pobres, cuya vida comenzó a mejorarse durante la presidencia de Néstor Kirchner. El gobierno de la presidenta Cristina hace todo lo posible para fijar las tendencias positivas en el desarrollo económico financiero del país, asegurar el apoyo popular a los esfuerzos de superar las reformas neoliberales en las que, como en una trampa, se encontraba Argentina.

Cristina continuó el proceso de la deprivatización, comenzado por Néstor Kirchner. Comenzaron a regresar bajo el control del estado las plantas estratégicas. Así, por ejemplo, fue anulado el contrato con "Aguas Argentinas", privatizada en 1993 por una compañía europea mixta. Ella realizó "la optimización", que condujo al crecimiento brusco de las tarifas al agua y la reducción de las plazas laborales de 8500 a 3500. La compañía "Aerolíneas Argentinas" de nuevo se hizo la propiedad del estado. Había sido privatizada con numerosas violaciones de corrupción por la compañía española "Marsans". La carrera por la ganancia, el despido del "personal sobrante", la explotación desenfrenada de aquellos, quienes se quedaron dentro de la planilla, la conducción del parque aéreo hasta el estado crítico – es toda "la modernización", realizada por los dueños españoles. El estado devolvió bajo su control la fábrica constructora de aviones militares, privatizado por la compañía norteamericana "Lockheed Martin". El Parlamento aprobó casi por unanimidad la nacionalización de los fondos de pensiones privados. Aquellos fondos, creados según el modelo chileno, demostraron la falta de eficiencia y la vulnerabilidad a las maquinaciones de la corrupción.

En la sociedad aceptaron en general de una manera positiva la nacionalización que se está realizando. La repercusión más entusiasta de los argentinos tuvo el reciente anuncio de "la deprivatización" de las transmisiones de los partidos de fútbol. El derecho de transmitir en Argentina los partidos de fútbol fue privatizado hace 18 años por el holding mediático "Grupo Clarín", desde entonces la mayoría de los partidos se transmitía sólo por los canales de cable a pago, y por los partidos más interesantes se cobraba un pago adicional de los espectadores. Ahora los partidos de fútbol van a ser transmitidos gratis por los canales estatales de la televisión. El gobierno asigna a estos objetivos medios considerables y está seguro, que la publicidad comercial, que acompaña el fútbol, no solo compensará los gastos, sino también traerá grandes ganancias.

Al restablecimientos rápido de la economía de Argentina de "las ruinas neoliberales" le favoreció el rumbo a la activación de las relaciones multilaterales con Venezuela, comenzado por Néstor Kirchner y continuado por Cristina. Ella siempre intervenía en defensa de la alianza estratégica con Venezuela: "En el abastecimiento energético de América Latina no se puede prescindir de Bolivia y Venezuela. América Latina necesita a Chávez de igual manera, que Europa a Putin. Antes de Chávez todos los recursos venezolanos se dirigían a EEUU en las condiciones de saqueo".

En numerosas ocasiones Washington trataba de clavar las cuñas de discordia entre Caracas y Buenos Aires. Sobre Néstor y Cristina caían lluvias de cumplidos de rayas y estrellas como a unos "demócratas sin miedo y el reproche", y cada vez después seguía la pregunta retórica: ¿qué similitud pueden tener con Chávez, este populista y un dictador potencial? Pero acaso se puede dejar de recordar, que en el momento dificilísimo para la economía de Argentina, la vino en ayuda precisamente Venezuela. La ayuda financiera multimillonaria, compras de gran envergadura de la producción agropecuaria, suministros de los recursos energéticos por tarifas ventajosas, la distribución de los encargos estatales venezolanos en las plantas argentinas, incluyendo la construcción de los buques petroleros (uno de ellos recibió el nombre de "Eva Perón") - todo eso es sólo una parte de la intensa colaboración económico comercial. La oposición en ambos países la somete a una crítica categórica. En Venezuela predomina la tesis: "¡Se perderá nuestro dinero!" En Argentina los enemigos del acercamiento hacen el hincapié en que "el astuto Chávez trata de imponer al país un régimen populista".

Los Kirchner tienen opositores influyentes dentro de las estructuras de fuerza. Néstor anuló las leyes de la amnistía, aprobadas durante la presidencia de Carlos Menem respecto a los crímenes de la dictadura militar de los años 1976-1983. Durante aquellos años en Argentina perecieron alrededor de 30 mil personas. De los archivos de nuevo sacaron centenares de carpetas, comenzaron procesos judiciales de los casos de los militares, que permitieron crímenes de lesa humanidad. Claro está, esto sólo refuerza el descontento de la oposición.

En junio en el país tuvieron lugar las elecciones anticipadas al parlamento: se renovó la mitad de la cámara de los diputados, y a un tercio – el senado. Cristina motivó la realización de las elecciones por la necesidad de renovar el órgano legislativo con el objetivo de tomar las medidas para superar la crisis económica nueva, esta vez mundial. Los politólogos evaluaron las elecciones como un cierto referéndum sobre la confianza al bloque pro presidencial “El Frente por la victoria”. “El Frente” sufrió una derrota, perdiendo el control sobre ambas cámaras del parlamento. Néstor, considerado un sucesor virtual de Cristina en las elecciones presidenciales de 2011, no pasó al parlamento.

Cristina y su entorno cercano consideran, que dentro de las razones principales de la derrota se encuentra no sólo la crisis económica mundial. El gobierno no tuvo suficientes reservas de la firmeza, para resistir de una manera eficaz a las acciones desestabilizadoras de los círculos oligárquicos, de los grandes propietarios agroindustriales y de los reaccionarios de todo tipo. Como consecuencia – el descontento de los electores por el alto nivel de la inflación, el desempleo, el cese forzado de una serie de programas sociales.

Como un serio factor desestabilizador ha sido el conflicto del gobierno con los productores del sector agrario. Lo medios occidentales de comunicación masiva lo presentaban como “el descontento de los granjeros” o hasta simplemente de “los campesinos” por la política del gobierno. En realidad el crecimiento mundial de los precios a los granos obligó a los terratenientes argentinos a vender la mayor parte de la cosecha de la soya, del trigo y del maíz al exterior. Automáticamente crecieron los precios de los productos alimenticios dentro de Argentina. Para parar el crecimiento de los precios, el gobierno trató de obligar a los productores agropecuarios a dejar más alimentos para el mercado interno aumentando los impuestos de la exportación. “Los barones” agropecuarios organizaron acciones de respuesta. A la cabeza de ellos iban 4 principales complejos agroindustriales, en cuyos órganos directivos dominaban representantes de las fuerzas de la ultraderecha argentina, incluyendo los ex militares. Son precisamente aquellos “campesinos”, los que cortaban los viaductos, derramaban la leche a los caminos, dejaban de suministrar productos agropecuarios a las tiendas urbanas, lo que condujo a su déficit y el encarecimiento. Era un chantaje abierto.

Cristina Fernández no ocultó su indignación y llamó las protestas de “payasada”. Sin embargo una parte de la población urbana, sobre todo “la clase media”, se unió a las protestas. Pegando con las cacerolas vacías, ellos organizaron en las calles de las ciudades, incluso de la capital, marchas de apoyo. “El único obstáculo en el camino de la prosperidad económica y la felicidad del pueblo – es el gobierno de Fernández”, – esta declaración sonaba en los mítines de la oposición.

Los partidarios de Cristina también organizaban manifestaciones multitudinarias en apoyo de su líder. En uno de los mítines ella intervino desde el balcón del palacio presidencial, del cual Eva Perón se dirigía más de una vez a los “descamisados”. Probablemente, ha sido uno de los mejores discursos de Fernández en toda la historia de su carrera política. Hablaba así, como si de aquel discurso dependía el destino de Argentina. La decisión de elevar las tarifas, explicaba ella, se tomó “para que todos los argentinos puedan vivir mucho mejor”, para que “las ganancias se distribuyan de una manera justa”, que en las acciones del gobierno “no hubo la intención de perjudicar a alguien”. Llamó a sus oponentes a limpiar los caminos y a dar la oportunidad a los argentinos a vivir y trabajar normalmente. “Tenemos que aprender a solucionar nuestras discrepancias por una vía democrática”,- exhortaba ella.- “Por sus prejuicios la clase media termina a menudo actuando en contra de sus propios intereses. Los intereses de la clase media son los mismos, que los de todos los trabajadores, hay que aprender a ver más allá de lo que nos muestran por la televisión”.

Después de que el Senado no apoyó el gobierno y votó en contra del aumento de los impuestos, Cristina Fernández anuló la disposición, poniendo de esta manera, el fin al largo conflicto. Su continuación amenazaba a mayores conmociones internas.

La contraposición política en Argentina crece con cada día. Son más fuertes las salvas de la guerra informativa. El nombre de Cristina se menciona con mayor frecuencia en la misma fila con los nombres de Rafael Correa, Evo Morales y sobre todo con el de Hugo Chávez – los principales blancos de los servicios secretos de EEUU en el continente.

Es probable, que de un cierto consuelo para Cristina sirva el hecho, de que Eva Perón también había sido el objetivo de una guerra similar. A finales de los años 40, cuando Estados Unidos hacía todo, para derrocar al “populista” de entonces, al presidente Juan Perón, la propaganda norteamericana divulgó una noticia falsa de que Eva Perón era una agente del Abwehr. Para comprobar aquella versión el centro del servicio secreto de la CIA en Montevideo publicó un libro con “documentos originales” de la inteligencia alemana sobre la actividad de espía de Eva Perón por una “remuneración abundante”.

Y ahora, un medio siglo después, se hizo un intento de comprometer a otra figura, que no complace a Washington. Esta vez “la principal prueba” ha sido un maletín con 900 mil dólares, que aparentemente había sido enviado por Chávez para financiar la campaña electoral de Cristina. “Un hombre de confianza de Chávez”, un tal Antonini Wilson, fue detenido en el aeropuerto de Buenos Aires. Pronto a Wilson lo liberaron, pero los dólares fueron confiscados para aclarar las circunstancias de su ingreso. Prácticamente al día siguiente Wilson apareció en EEUU, a donde ingresó no con los documentos venezolanos, sino con el “pasaporte de reserva” norteamericano. A partir de aquel momento en Miami comenzó un escandaloso proceso “del oro de Chávez y Fernández”. Cristina llamó esa campaña como “la operación basura”, elaborada “en los basureros de la política internacional”.

Faltan dos años hasta el término de la presidencia de Fernández. El futuro cercano mostrará, si “la operación basura” va a tener una continuación.
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