Lamentablemente, la construcción de viviendas no marchó al mismo ritmo que el crecimiento de la población y la capital creció impetuosamente producto de construcciones de indigentes que en Venezuela denominan "ranchos". El clima tropical permite conformarse con el más primitivo de los techos sobre la cabeza. No hay ningún tipo de pagos o impuesto comunales por el inmueble. Y las casas-panales en las laderas de las montañas que rodean el valle de Caracas, crecieron como hongos de basurero.
Los ranchos se convirtieron en la vergüenza del país petrolero, pero sólo el presidente Chávez se manifestó abiertamente al respecto y declaró la guerra a los ranchos. El programa gubernamental "una casa por un rancho", estimuló aún más este tipo de "construcción privada": es infinita la lista de personas deseosas de recibir una casa bien acondicionada en condiciones ventajosas.
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