Metamorfosis bolivianas
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Mayo 2008
En los años transcurridos, La Paz se ha modernizado notablemente. En la parte central de la ciudad y en las antiguas "regiones dormitorios", sobre las ruinas de construcciones de aspecto lamentable, surgieron edificios refulgentes de metal y cristal tratado, con arquitectura de refinación cósmica; mejoró la infraestructura del transporte: nuevos nudos viales, rampas, túneles. Ha crecido notablemente el número de vehículos lo cual obligó a las autoridades municipales a construir puentes peatonales en los puntos de la ciudad recargados de transporte. Uno de dichos puentes se encuentra en vecindad con la catedral de San Francisco y siempre está lleno de turistas que dejan constancia de si para la eternidad, teniendo como fondo la Plaza de Los Héroes que se extiende debajo.


Pero hay en la Paz dos monumentos que son honrados por los bolivianos. Uno de ellos está dedicado al "Soldado Desconocido", caído en la trágica Guerra de El Chaco contra Paraguay (1932 - 1935). Cruentas batallas tuvieron lugar por territorios inhabitados y abrasados por el sol que “potencialmente” podían ser petrolíferos. Los instigadores de esa guerra fueron compañías petroleras: la “Royal Dutch Shell”, anglo-holandesa que “apoyaba” a los paraguayos y la norteamericana “Standard Oil” a los bolivianos. En el monumento al “Soldado Desconocido” no hay nada heroico. Un soldado de bronce yace boca abajo sobre el pedestal, de la misma forma en que yacieron cientos de otros soldados a lo largo de los polvorientos caminos de El Chaco. Una víctima anónima e impersonal de una guerra innecesaria e incomprensible para muchos bolivianos.

Al analizar la situación actual de las relaciones boliviano-chilenas, debe tenerse siempre presente el "trauma histórico" de la Guerra del Pacífico que privó a Bolivia de su salida al océano. En una de las paredes del Museo del Litoral Boliviano de la calle Jaen en La Paz, está escrito: "La ocupación y retención por la fuerza de territorio ajeno no da derecho a ejercer el dominio sobre él". El nudo del conflicto, aparentemente atado para siempre a fines del siglo XIX, hace mucho que debió ser desatado. En teoría, las condiciones para ello son favorables. Tanto en Bolivia como en Chile existen, con sus variaciones, gobiernos socialistas: el gobierno de Evo Morales con destellos "populistas" y el de Michelle Bachelet con destellos neoliberales.
Las inaplazables tareas de la integración regional reclaman confianza mutua, gestos de buena voluntad y concesiones magnánimas. Y cuanto antes, mejor. En Chile, la insuficiencia de recursos energéticos se manifiesta cada vez con mayor agudeza en la eficiencia de su economía. El combustible más "rápido" y barato, el gas, puede obtenerlo sólo en Bolivia.

La elevadísima rentabilidad de este negocio criminal libera a los narcocomerciantes de cualesquiera consideraciones de carácter ético-moral que pudiera refrenarlos. Cada vez hay más narcómanos y los fracasos de los servicios especiales y de sus muy anunciadas estrategias de lucha contra el narcotráfico son cada vez más evidentes.
En estas comprometedoras circunstancias, la respuesta a la pregunta de ¿quién es el responsable por la expansión de los narcóticos?, generalmente, suena de forma estereotipada: Los culpables son los campesinos por cultivar la materia prima inicial, sin comprender toda la seriedad y agudeza del problema de las drogas. Precisamente de esta forma fue enfocado el problema en la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes adscripta a la ONU. La comisión recomendó a los gobiernos de Perú y Bolivia "adoptar medidas para erradicar la práctica enraizada en estos países de masticar hojas de coca", toda vez que este hábito puede influir negativamente en la salud de las personas1.

Se desarrolla activamente el trabajo para el aprovechamiento de la hoja de coca, digamos, "con fines pacíficos": caramelos, té tonificante y pasta dental son variantes para el uso de la hoja de coca. Y en cuanto a lo de masticar las hojas, en los países andinos continuarán haciéndolo en el futuro, a pesar de las "recomendaciones", "consejos amistosos" y tapabocas habituales. Tradiciones son tradiciones. ¡Son del pueblo! Millones de personas en la región andina mastican las hojas de coca sin pretender imponerle a nadie sus milenarias costumbres.
1 En la lengua de los indígenas aymara existe una palabra especial para denominar el acto de mascar hojas de coca: pijcheo. Según informó el diario “El Deber” (Santa Cruz, 13.03.08), senadores y diputados por el partido gobernante MAS están preparando un proyecto de ley sobre el Día Internacional para Mascar Hojas de Coca.