Memorial a las Víctimas de la Masacre de Nanjing de 1937
Al apoderarse de Nanjing en diciembre de 1937, los fascistas japoneses llevaron a cabo una verdadera carnicería. Fue imposible calcular la cantidad exacta de muertos. Se supone que no fueron menos de ¡300 mil!. Soldados chinos capturados, personas sencillas del pueblo: ancianos, mujeres y niños, todos fueron aniquilados sin compasión por el ejército japonés en el transcurso de unos pocos días tras la captura de Nanjing que por aquellos años era la capital China bajo el regimen del Kuomintang.
En recordación de aquella tragedia fue creado el Memorial a las Víctimas de la Masacre de Nanjing. La fosa común simbólica representa en si un área cubierta de guijarros. Cada pequeño guijarro es una víctima de la masacre. Es imposible contarlos todos, como imposible es contar todos los que murieron.
En el museo soterrado hay múltiples testimonios documentales del horrendo crimen que cometieron los ocupantes. Resulta especialmente conmovedor el corte transversal de una fosa común que se puede apreciar tras un cristal en una de las salas: decenas de huesos humanos que brotan de la tierra, cráneos desechos en menudos pedazos. Según el testimonio de las pocas personas que lograron sobrevivir, los japoneses acribillaban a quemarropa con ráfagas de ametralladora a grupos enteros de personas que previamente habían sido amontonadas en grupos. Posteriormente las remataban a culatazos y con golpes de azadones y palas de zapador. Los cuerpos de los muertos eran lanzados por los soldados japoneses a las aguas del río Yangtse o sencillamente los dejaban abandonados en el lugar de la masacre.
Muy amarga huella dejan en el alma las fotografías de los ajusticiamientos masivos, de la crueldad fanática de los ocupantes, así como los testimonios escritos y filmados de los que lograron salir con vida de aquella terrible carnicería humana.
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Adentro se encuentran los restos de victimas de la masacre cometidos por los fascistas japones en Nanjing.
Llama eterna.
Estatua de la Madre.
La plaza del dolor.
Una senda de 40 metros fundida en bronce con huellas de los pies descalzos de 222 chinos — los de aquellos que, por puro milagro, lograron sobrevivir.
Poema «Nevasca».
Autor es uno de los sobrevivientes de la masacre de Nanjing.
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Iris Chang, autora del libro «La Violacion de Nanking»
28.03.1968 - 09.11.2004