Amigas relatan experiencia del 16 de febrero, cuando vieron a dos humanoides que emergieron de un haz de luz.

Cruzando el angosto puente Huequén ya se comienza a sentir el olor a pino que impregna a Los Confines o Angol, Novena Región, como se conoce actualmente a este pueblo, por estos días revolucionado con la experiencia de tres personas que tuvieron un extraño encuentro. El diario local "Renacer" anuncia, con gran despliegue, que expertos llegarán a investigar uno de los casos más raros de la ovniología.

Los angolinos están acostumbrados a ver luces en el cielo, que desaparecen detrás de la boscosa cordillera de Nahuelbuta. Pero esto fue distinto.

María Cristina Sepúlveda, dueña de casa, y su amiga Ingrid Sperberg, técnica forestal, regresaron ayer al mirador Las Piñas, en donde el 16 de febrero, a las 22.15 horas, vivieron el terror. "Estábamos al borde del camino y habíamos salido de mi auto para mostrarle una vista de la ciudad a nuestro amigo, Patricio Vallejos, que apenas había llegado esa tarde desde La Serena, cuando a unos 300 metros de nosotros apareció un cono de luces variadas que nos asombró", recuerda María Cristina.

Este cono o haz de luz emergió desde el fondo del predio; se abrió convirtiéndose en un abanico luminoso, de unos 40 metros de diámetro, y después se elevó haciendo la figura de un siete al revés. En escasos segundos comenzó a vibrar mientras Ingrid estaba atónita al darse cuenta de que era capaz de ver nítidamente hasta los más pequeños detalles de las hojas desparramadas en el bosque. "Era como si hubieran colocado una lupa gigante".

El haz se transformó entonces en una esferita rojiza que desapareció en el cielo. Ellas descubrieron, además, que las luces del automóvil estaban muertas. María Cristina, quien había sido la más calmada, comenzó a sentir sonidos de campanas. Miró al frente y vio a dos seres, de un metro y 20 centímetros, aproximadamente que se arrastraban.

Los testigos sintieron una fuerte sensación de que les quemaba el cuerpo y un ruido de metal. María Cristina comenzó a escuchar un murmullo ininteligible en sus oídos. "La noche estaba muy oscura, pero esos seres eran incluso más oscuros y no tenían manos ni rasgos definidos, pero sí una cabeza de porte normal. Sentía una fuerte atracción hacia ellos". La figura de la izquierda atravesó el portón, giró a su derecha y volvió a atravesar el cerco para colocarse al lado del otro y desaparecer. Entonces salió un fuerte olor a goma quemada.

Despavoridos, los tres amigos se metieron al auto para huir. María Cristina vio entonces que su espejo retrovisor mostraba la figura de color negro al lado del auto en movimiento, una masa oscura que desapareció en segundos.

Desde entonces, exactamente a las 4 de la madrugada, María Cristina escucha ese murmullo indescifrable en su casa.

Llegan investigadores

Los ufólogos de Ovnivisión y de Geo (Grupo de Estudios Ovnilógicos) llegarán el sábado a Angol para realizar mediciones de campos electromagnéticos; tomar muestras del terreno; tomar imágenes con cámaras infrarrojas; detectar si hay pedazos de pasto carbonizado; interrogar a los testigos, entre otras cosas.

Alberto Urquiza, de la agrupación Geo, está preocupado por la salud emocional de las personas afectadas. "Hay que protegerlas, vamos a viajar lo antes posible, incluso, si es necesario, con ayuda médica".

El investigador angolino Raúl Gajardo agrega que allí han llegado a pensar que los seres extraterrestres visitan el pueblo en busca de oro, agua o hierro. De lo que no tiene dudas es de que entre el 30 de diciembre de 2000 y el 28 de enero de 2001 hubo una oleada de ovnis. "Se podían ver entre cinco y doce objetos por noche, entre las 22 horas y la una de la madrugada, a una altura cercana a los mil metros".

("Las Últimas Noticias", Chile, 1 de marzo de 2001 )