La alegría del año de 2000 estalló en Brasil. Río de Janeiro, Sao Paulo, Recife, Salvador de Bahia y cientos de pequeñas ciudades comenzaron cuatro días de locura y fiesta en los que la prioridad exclusiva es divertirse. Alegría para todos y para todos los gustos: desfiles de escuelas de samba, fiestas de lujo en grandes hoteles, samba tradicional en pequeños bares o bandas improvisadas en la playa o en los barrios más modestos. Pero sin menospreciar los espectáculos de todo el país, el rey de la fiesta sigue siendo el polémico y eufórico Carnaval de Rio, ya sea de día en las calles o de noche en el Sambódromo donde desfilan las tradicionales escuelas de samba.

Durante cuatro días unos 350 mil turistas disfrutaron este año el carnaval de Río. Visiones del cielo y el infierno, diosas de la belleza y atrevidos juegas de color acompañados de frenéticos ritmos musicales, bailarinas exhaustas y espectadores emocionados llenaron las graderías del sambódromo -escenario donde desde 1982 se concentran las presentaciones de las caravanas- después de dos días de desfiles, que este año fueron dedicados a los 500 años de la llegada de los conquistadores portugueses a Brasil. Cada escuela presentó a tres mil 500 miembros, y por el sambódromo pasaron unos 49 mil bailarines disfrazados, en su mayoría de indios y esclavos. La presentación de las escuelas de samba estuvo marcada por la polémica, tanto por las musas desnudas que desfilaron, como por las representaciones en los carros alegóricos.

Debido a la importancia de la fecha, las escuelas de samba recrearon distintas etapas de la historia brasileña, poniendo especial énfasis en la crítica social frente al colonialismo portugués. Así, la temática giró en torno al sufrimiento de los esclavos negros que llegaron al país y la mayoría de sus descendientes, que hoy viven marginados en las empobrecidas favelas.

La famosa escuela Beija Flor impresionó al público con sus bailarinas negras totalmente desnudas y la reproducción de una escena de un hombre blanco violando a una esclava en un enorme carro alegórico que representaba a un barco de esclavos. Sin embargo, Beija Flor no fue el único carro alegórico, que causó polemica. En uno de los desfiles, una carroza incluyó escenas de represión y tortura durante el régimen militar que gobernó a Brasil entre 1964 y 1985. En tanto, la escuela Mangueira lanzó una ácida crítica contra "ricos y famosos", mostrando en sus bailes en nacimiento de un Brasil "más justo". Sin embargo, las escuelas ganadoras este año fueron Vai-Vai y X-9, que abordaron parte de la historia política y económica del país.

Por otra parte, el Presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, y su par portugués, Jorge Sampaio, asistieron en Lisboa a la partida de la flota que seguirá la ruta del descubridor de Brasil, Pedro Alvarez Cabral, que pretende arribar a Río de Janeiro el próximo 28 de abril.