La CIA en Honduras

Nil Nikandrov - http://www.strategic-culture.org
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
3 de Marzo de 2011
La CIA en Honduras
El presidente de Honduras, Manuel Zelaya hace algo más de un año que fue derrocado por un golpe de estado orquestado por la oligarquía local y las agencias de inteligencia norteamericanas. El golpe se efectuó como castigo porque Zelaya se alineó con Chávez y otros líderes populistas en América Latina.

Desde entonces, las noticias que fluyen desde Honduras abundan en historias de asesinatos políticos, siendos las víctimas activistas de organizaciones estudiantiles y campesinas como dirigentes sindicales y del Frente Nacional de Resistencia Popular, FNRP que se oponen al gobierno pro-norteamericano de Porfirio Lobo. Solo durante 2010 han sido asesinados diez periodistas por haber expresado apoyo al depuesto presidente hondureño.

Un caso reciente fue el asesinato del periodista Israel Zelaya de 56 años, quien fue secuestrado por un grupo armado que con toda facilidad cruzó numerosos puestos de control policial instalados como parte de una campaña de aumento de la seguridad. El periodista fue llevado hacia un lugar apartado, fue torturado y recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho.

Docenas de incidentes similares demuestran que el programa de “limpieza política” está en marcha. Los criminales apuntan de manera selectiva a dirigentes potenciales capaces de galvanizar las protestas. La dirigenta campesina María Teresa Flores de 50 años, coordinadora del Consejo de Organizaciones Campesinas de Honduras y promotora de una reforma agraria que contemple la abolición del latifundio y el establecimiento de cooperativas agrarias, fue secuestrada y una semana después su cuerpo acribillado y con numerosas heridas de machete fue encontrado con una mano cortada a la orilla de un camino del departamento de Comayagua.

Solo unos cuantos casos de asesinatos políticos son ampliamente difundidos en Honduras. Las operaciones son llevadas a cabo en secreto por escuadrones de la muerte generosamente bien pagados y especialmente entrenados, conformados por agentes policiales, delincuentes comunes y asesinos profesionales de origen hondureño o traídos desde Colombia. Actualmente y con frecuencia creciente se descubren en Honduras tumbas masivas de opositores al actual regimen. Se trata de un patrón ya establecido que los asesinatos políticos ocurren con frecuencia cada vez que los Estados Unidos “ayudan a restablecer la democracia”. La presidente del Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Honduras, Berta Oliva, relató a los medios acerca del descubrimiento de otra fosa común con los cuerpos de unas cien (100) personas que se encontraban desaparecidas desde junio-agosto del año pasado, es decir, después del golpe de estado que puso a Lobo en el poder.

El dirigente del Frente Nacional de Resistencia Popular, FNRP, Carlos H. Reyes asevera que las decisiones de asesinar a los dirigentes de oposición son tomadas al más alto nivel del gobierno de Honduras, con la participación directa de funcionarios clave de la embajada norteamericana. No se trata de ninguna exageración ya que la aplicación del terror preventivo está siendo implementada por el estado, lo cual es una práctica totalmente apoyada por Washington. Invocando casos de asesinatos de enemigos de EU en Asia y África, el New York Times señaló el 15 de agosto pasado que la geografía y la escala de las guerras secretas de la CIA “contra el terrorismo” aumentó bajo el gobierno de Obama en comparación con lo que a la agencia se le permitía hacer bajo el gobierno de Bush. El artículo no se refiere a los asesinatos cometidos en América Latina, pero es un secreto a voces, que operaciones de la CIA que apuntan a regímenes poco amistosos con EU tales como el de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador marchan a todo vapor. Grandes esfuerzos se están haciendo para fortalecer las redes subversivas terroristas en los países mencionados donde los agentes reciben localmente intenso entrenamiento.

Durante la lucha contra las insurgencias y agrupaciones guerrilleras en Centro América en la década de los 60 y 80 el Pentágono y las agencias de inteligencia norteamericanas desarrollaron eficientes enfoques sobre “la lucha contra el terrorismo”. Se le dio prioridad al descabezamiento de las agrupaciones y a la neutralización de sus bases de apoyo. Durante esa época los campesinos y los indígenas eran de manera rutinaria intimidados, obligados a huir o eran asesinados en masa en las regiones con alta incidencia guerrillera. Estos métodos fueron más tarde adoptados por el ejército de Colombia y aplicados bajo la supervisión de consejeros norteamericanos durante el conflicto interno con el objeto de minar los potenciales de las FARC y ELN. Hasta ahora, no existen agrupaciones guerrilleras en Honduras y el gobierno hondureño tácitamente confía en los omnipresentes escuadrones de la muerte –los cuales actuan bajo la supervisión de personal de la embajada norteamericana—para desangrar a la oposición.

La numerosa misión norteamericana en Tegucigalpa funciona de hecho como un gobierno hondureño parelelo, ostensiblemente eclipsando al gobierno oficial. El embajador norteamericano, Hugo Llorens, nombrado durante el gobierno de Bush, se haya artísticamente desempeñando el papel de un honesto diplomático, totalmente desvinculado del golpe de estado que derrocó al legítimo presidente de Honduras. Llorens puede contar con la comprensión de Lobo ya que el nuevo presidente es altamente receptivo con las iniciativas de Washington y prestamente toma distancia de los regímenes populistas de América Latina. Y, por supuesto, Lobo rechaza el proyecto integracionista del ALBA y el Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez, así mismo –para tranquilidad de Washington—también elude los acuerdos sobre descuentos petroleros con Venezuela, sin importarle el daño que sufre la economía hondureña.

Es bien salbido que los diplomáticos militares norteamericanos, tales como el Agregado Militar para la Defensa, Coronel Robert W. Swisher, el Comandante del Grupo Táctico Especial, Coronel Kenneth F. Rodríguez, el oficial de enlace de la Base Aérea de Palmerola, Steve Argenthal y otros, contribuyen activamente en la gestión de gobierno en Honduras. Varias docenas de agentes militares norteamericanos de inteligencia espían al Frente Nacional de Resistencia Popular junto a otros agentes norteamericanos de inteligencia que operan bajo la cobertura de la embajada de Estados Unidos, los Cuerpos de Paz, la DEA, etc. La sucursal de la CIA en Honduras, encabezada por la asesora política de la embajada nortemericana, Silvia Eiriz es quien dirige esta operación.

Existen obvias razones detrás de la participación de Washington en la crisis hondureña. El derrocamiento de Zelaya detuvo el giro de Honduras hacia una alianza estratégica con los regímenes populistas de América Latina, pero la creciente resistencia montada por los seguidores del mandatario derrocado es probable que le cause serios problemas al gobierno de Lobo. La Alternativa Patriótica de Zelaya y la amenaza de huelgas por todo el país, ponen de manifiesto la ineptitud del actual gobierno de Honduras.

Para Washington el regreso de Zelaya significaría un nuevo dolor de cabeza. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, confía en ver a Zelaya reinstaurado e impedir el asentamiento de un precedente que permite a la derecha expulsar a un legítimo presidente fuera de su propio país. Zelaya se encuentra haciendo todo lo que está a su alcance para realizar el retorno, apela casi diariamente a la prensa hondureña planteando la unidad de los que protestan y rechazando las acusaciones en su contra en la prensa norteamericana.

Por el momento, el gobierno hondureño oficial y el de las sombras están bombardeando a Zelaya con acusaciones. Alegan que se apropió de millones de dólares de ayuda económica entregados a Honduras por Venezuela. No está claro qué sucedió con el automóvil presidencial ni de fracciones del presupueso de su gobierno. Zelaya está consciente que a su regreso a Honduras tendrá que defenderse en los tribunales.

El aumento del terrorismo en Honduras es algo que también Zelaya tiene que tomar en cuenta. Él es el blanco número uno para los escuadrones de la muerte y las amenazas le llegan por vía de varios canales en el sentido que regresar a su país sería un riesgo mayor.

Actualmente Zelaya tiene el status de huésped invitado en la República Dominicana.

Para Washington, el escenario óptimo sería que Zelaya consintiera en quedarse donde está, es decir, en el lujoso balneario La Romana frecuentado por millonarios e ídolos de la farándula. Sin embargo, Zelaya no cede. Él sigue en contacto con dirigentes populares e ignora el malestar de Washington. Con la ayuda de Chávez, se hizo coordinador de Petrocaribe responsable de la salvaguarda de la independencia y la democracia.

Al mantener este cargo se le hace más fácil viajar por toda la región y promover al Frente Nacional de Resistencia Popular.

Los agentes de la CIA en la República Dominicana lo vigilan día y noche y envían a su centro en Langley informes detallados sobre sus reuniones, llamadas telefónicas y mensajes electrónicos. En la sección política de la embajada norteamericana, A. Margulis, T. Fitzgibbons y A. Norman sitúan la información recolectada acerca de Zelaya y sus contactos con Chávez en la más alta prioridad de su agenda. Zelaya se encuentra rodeado por agentes de la CIA y sofisticados sistemas de vigilancia, además, la policía dominicana prestamente comparte la información con EU. El jefe de la policía dominicana, General R.G.Guzmán es considerado por la CIA como un socio y disfruta del patrocinio de la agencia. Dentro de un par de décadas probablemente los periodistas desenterrarán evidencias sobre las donaciones personales de la CIA al General Guzmán. Algunos hallazgos ya son de conocimiento de la prensa: la policía obtendrá tres millones de dólares para combatir el narcotráfico y otro tipo de delitos, más doscientos cincuenta mil dólares para la adquisición de computadores y otros equipos.

La CIA estaría dispuesta a desembolsar sumas aun más grandes de dinero con el fin de conseguir que a Zelaya se le impida la entrada a Honduras. El patrón doble norteamericano en la lucha contra el terrorismo, es ampliamente conocido y para Washington las provocaciones y las guerras son instrumentos aceptables dentro del juego político. Es posible que a Zelaya la CIA ya le haya hecho la cruz y un equipo de asesinos esté esperando el momento….

Nota. Sus comentarios y opiniones sobre este artículo serán bienvenidos en editorial@strategic-culture.org

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