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Arqueólogos escudriñan los secretos de antigua ciudad maya en Guatemala

7 de Septiembre de 2000
Cuando el rey maya Tah Chan Wi (Fuego celestial o Resplandor del cielo) decidió casar a su hija, "la señorita de Cancuén", con el rey de Dos Pilas, lo hizo por razones políticas. Era el siglo IV antes de Cristo, y hoy día nadie sabe si entre la pareja hubo amor o, por lo menos, pasión. Lo cierto es que el rey de Cancuén (Lugar de serpientes) unió su poderío al de Dos Pilas y convirtió a la región en el centro comercial más importante de los antiguos mayas. Ese lugar, punto primordial del comercio entre las tierras altas del sur con las planicies del norte, en el terreno que hoy es Guatemala, tuvo siglos de esplendor para luego desaparecer por muchos años y resurgir hace 95 años, cuando fue considerado un sitio arqueológico de escasa importancia.

Una nueva exploración, patrocinada por la Universidad Vandervilt de Estados Unidos y del Valle de Guatemala, con fondos de la National Geographic Fundation, está revelando secretos que harán ver a los mayas desde otro punto de vista.

"Las ciudades mayas estaban en guerras constantes, sus construcciones estaban dedicadas a los dioses y al cielo, mientras que sus pobladores eran agricultores. Cancuén es todo lo contrario", explica Federico Fahsen, un epigrafista guatemalteco que trabaja junto al arqueólogo estadounidense Arthur Demarest para descubrir los secretos escondidos de Cancuén.

La ciudad, asentada en un península del sinuoso río La Pasión, a unos 200 kilómetros de la capital guatemalteca y a unos 60 de la frontera mexicana, se perfila, según las primeras excavaciones, como un lugar de acuerdos comerciales, relaciones diplomáticas y decisiones políticas, como la de aquel casamiento del siglo IV a.C.

"La ciudad está pavimentada en piedra, posee un edifico de 170 habitaciones perfectamente conservadas, unos cinco kilómetros cuadrados de extensión y dos muelles que servían para cargar y descargar mercadería en el río", dice Demarest, director del proyecto y decano de la facultad de arqueología de Vandervilt.

El edificio que describe el arqueólogo daba cobijo a talleres de trabajo y lugares de reunión. Cancuén no tiene área para siembras, lo que indica que se dedicaba exclusivamente al comercio.

"Gracias a que la ciudad no tiene templos, importó poco a los saqueadores de sitios mayas, aunque fue totalmente saqueada en sus monumentos, que ahora están en colecciones privadas", agrega Demerest. Y es el saqueo lo que impide a los arqueólogos hilar el pasado y mostrarlo por completo. Por ejemplo, es en una inscripción de Dos Pilas que permanece en el Museo de Etonología e Historia de Guatemala, en donde se vuelve a mencionar a la hija de Chan Wi.

En la pieza de piedra "se menciona a la señora de Cancuén, quien participa en una ceremonia de desangramiento de un pequeño niño, tradición maya de iniciación, junto al rey de Kalakmul", dice Fahsen.

Los antiguos mayas consideraban el desangramiento como la máxima ofrenda que podían dar a los dioses. De tal cuenta, en ciertas etapas de la vida de una persona, el desangramiento de lengua y orejas, para las mujeres, y el pene, en el caso de los hombres, era una tradición de suma importancia.

La mujer es también mencionada en una escalinata de Cancuén, que ahora está en una bodega del Parque Nacional Tikal, junto al símbolo de Dos Pilas.

Poco se sabe de la vida de la señora de Cancuén, pero el epigrafista y los arqueólogos tratan de descubrir más detalles de los hechos ocurridos en esta "nueva", ciudad que no deja de asombrar a los expertos.

Por el momento, Demarest y su equipo buscan el financiamiento para continuar con la excavación y descubrir las imponentes construcciones de Cancuén, a la vez que estudian la forma de involucrar a las 75 familias que viven en la única aldea cercana al sitio en la conservación del mismo. "Hemos entrenado a los pobladores como guardianes del lugar y esperamos que ellos puedan involucrarse más en el proyecto para, no sólo proteger el sitio, sino ser guías del lugar en el futuro", señaló.

El proyecto ha recibido el apoyo del Ministerio de Cultura y Deportes y de la empresa Kern's de Guatemala y promete ser uno de los primeros que integre a las comunidades cercanas en la conservación y sostenimiento de lugares de importancia arqueológica. "La aldea El Zapote es un lugar muy pobre, el 10 por ciento de los hombres hablan castellano y la mayoría se dedica a la agricultura: queremos que el descubrimiento también signifique una mejora en el nivel de vida de los pobladores", agregó. (AP)
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