Discurso del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la ONU
21 de Septiembre de 2006
Presidenta de la LXI Asamblea General de las Naciones Unidas, Sheika Haya Rashed Al-Khalifa: En nombre de la Asamblea General tengo el honor de dar la bienvenida a las Naciones Unidas a Su Excelencia el señor Hugo Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, e invitarle a dirigirse a la Asamblea.
Asistentes [aplausos].
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez: Señora Presidenta, excelencias, jefes de Estado, jefes de Gobierno y altos representantes de los Gobiernos del mundo: muy buenos días a todos y a todas. En primer lugar quiero invitarles con mucho respeto a quienes no hayan podido leer este libro, a que lo leamos; Noam Chomsky, uno de los más prestigiosos intelectuales de esta América y del mundo, Chomsky, uno de sus más recientes trabajos: Hegemonía o supervivencia, hegemonía o supervivencia, La estrategia imperialista de Estados Unidos. Excelente trabajo para entender lo que ha pasado en el mundo en el siglo XX, lo que hoy está pasando, y la más grande amenaza que se cierne sobre nuestro planeta: la pretensión hegemónica del imperialismo norteamericano pone en riesgo la supervivencia misma de la especie humana.
Seguimos alertando sobre ese peligro y haciendo un llamado al propio pueblo de los Estados Unidos y al mundo para detener esta amenaza que es como la propia espada de Damocles. Yo pensaba leer algún capítulo, pero, por respetar el tiempo, más bien lo dejo como una recomendación. Se lee rápido. Es muy bueno, señora Presidenta. Seguramente usted lo conoce. Está publicado en inglés, en alemán, en ruso, en árabe, seguramente.
Asistentes [aplausos].
Presidente Chávez: Miren, yo creo que los primeros ciudadanos que deberían leer este libro son los ciudadanos hermanos y hermanas de los Estados Unidos, porque la amenaza la tienen en su propia casa; el diablo está en casa, pues. El diablo, el propio diablo está en casa. Ayer vino el diablo aquí.
Asistentes [aplausos].
Presidente Chávez: Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! Ayer, señoras, señores, desde esta misma tribuna el señor Presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo «el diablo», vino aquí hablando como dueño del mundo, como dueño del mundo. Un psiquiatra no estaría demás para analizar el discurso de ayer del Presidente de los Estados Unidos. Como vocero del imperialismo vino a dar sus recetas para tratar de mantener el actual esquema de dominación, de explotación y de saqueo a los pueblos del mundo. Para una película de Alfred Hitchcock estaría buena; incluso yo propondría un título: «La receta del diablo».
Es decir, el imperialismo norteamericano —y aquí lo dice Chomsky con una claridad meridiana y profunda— está haciendo desesperados esfuerzos por consolidar su sistema hegemónico de dominación. Nosotros no podemos permitir que eso ocurra, no podemos permitir que se instale la dictadura mundial; que se consolide, pues, que se consolide la dictadura mundial.
El discurso del Presidente-tirano mundial, lleno de cinismo, lleno de hipocresía, es la hipocresía imperial, el intento de controlar todo. Ellos quieren imponernos el modelo democrático como lo conciben: la falsa democracia de las élites. Y además un modelo democrático muy original: ¡impuesto a bombazos, a bombardeos y a punta de invasiones y de cañonazos! ¡Vaya qué democracia! Habría que revisar las tesis de Aristóteles, ¿no? Y de los primeros que hablaron por allá en Grecia, de la democracia, a ver qué modelo de democracia es ése, el que se impone a punta de marines, de invasiones, de agresiones y de bombas.
Dice el Presidente de los Estados Unidos ayer, en esta misma sala, lo siguiente: «Hacia dondequiera que usted mira, oye a extremistas que le dicen que puede escapar de la miseria y recuperar su dignidad a través de la violencia, el terror y el martirio». ¡Dondequiera que él mira ve a extremistas! Yo estoy seguro de que te ve a ti, hermano, con ese color, y cree que eres un extremista. Con este color, Evo Morales —que vino ayer, el digno presidente de Bolivia— es un extremista. Por todos lados ven extremistas los imperialistas.
No, no es que somos extremistas; lo que pasa es que el mundo está despertando y por todos lados insurgimos los pueblos.
Yo tengo la impresión, señor dictador imperialista, de que usted va a vivir el resto de sus días con una pesadilla, porque por dondequiera que vea, vamos a surgir nosotros, los que insurgimos contra el imperialismo norteamericano, los que clamamos por la libertad plena del mundo, por la igualdad de los pueblos, por el respeto a la soberanía de las naciones.
Sí, nos llaman extremistas, insurgimos contra el imperio, insurgimos contra el modelo de dominación.
Luego, el señor Presidente vino a hablarles, así lo dijo: «Hoy quiero hablarles directamente a las poblaciones del Oriente Medio, mi país desea la paz...». Esto es cierto. Si nosotros nos vamos por la calles del Bronx, si nosotros nos vamos por las calles de Nueva York, de Washington, de San Diego, de California, de cualquier ciudad, de San Antonio, de San Francisco y le preguntamos a la gente en las calles, a los ciudadanos estadounidenses. Este país quiere la paz. La diferencia está en que el Gobierno de este país, de Estados Unidos, no quiere la paz, quiere imponernos su modelo de explotación y de saqueo, y su hegemonía a punta de guerras. Ésa es la pequeña diferencia, quiere la paz, ¿y qué está pasando en Irak?, ¿y qué ha pasado en el Líbano y en Palestina?, ¿y qué ha pasado en 100 años, pues, en América Latina y en el mundo? Y ahora las amenazas contra Venezuela, nuevas amenazas contra Venezuela, nuevas amenazas contra Irán… Le habló al pueblo del Líbano: «Muchos de ustedes han visto cómo sus hogares y sus comunidades quedaron atrapadas en el fuego cruzado». ¡Vaya qué cinismo!, ¡vaya qué capacidad para mentir descaradamente ante el mundo! Las bombas en Beirut, lanzadas con precisión milimétrica, ¿son fuego cruzado? Creo que el Presidente está pensando en las películas del Oeste, cuando se disparaba desde la cintura y alguien quedaba atravesado en el fuego cruzado. ¡Fuego imperialista, fuego fascista, fuego asesino y fuego genocida, el del imperio y el de Israel contra el pueblo inocente de Palestina y el pueblo del Líbano! ¡Ésa es la verdad!, ahora dicen que sufren, que estamos sufriendo porque vemos sus hogares destruidos.
En fin, el Presidente de los Estados Unidos vino a hablarles a los pueblos, vino a decir, además —yo traje, señora Presidenta, unos documentos, porque estuve esta madrugada viendo algunos discursos y actualizando mis palabras—, le habló al pueblo de Afganistán, al pueblo del Líbano: “Al pueblo de Irán le digo…, al pueblo del Líbano le digo…, al pueblo de Afganistán le digo…”. Bueno, uno se pregunta: así como el Presidente de los Estados Unidos le dice “le digo…” a esos pueblos, ¿qué le dirían esos pueblos a él, si esos pueblos pudieran hablar?, ¿qué le dirían? Yo se los voy a recoger porque conozco a la mayor parte del alma de esos pueblos, los pueblos del Sur, los pueblos atropellados. Dirían: “Imperio yankee go home”, ése sería el grito que brotaría por todas partes si los pueblos del mundo pudieran hablarle a una sola voz al imperio de los Estados Unidos.
Por eso, señora Presidenta, colegas, amigas y amigos, nosotros el año pasado vinimos aquí a este mismo salón, como todos los años en los últimos ocho, y decíamos algo que hoy está confirmado plenamente y yo creo que aquí casi nadie en esta sala pudiera pararse a defender: el sistema de Naciones Unidas, nacido después de la Segunda Guerra Mundial —aceptémoslo con honestidad—, colapsó, se desplomó, ¡no sirve! Sirve para venir aquí a dar discursos, a vernos una vez al año, sí, para eso sí sirve; y para hacer documentos muy largos y hacer buenas reflexiones y oír buenos discursos como el de Evo ayer, como el de Lula, y muchos discursos, el que estábamos oyendo ahora mismo, del Presidente de Sri Lanka y el de la Presidenta de Chile. Sí, para eso sirve. Pero nos han convertido a esta Asamblea en un órgano meramente deliberativo, meramente deliberativo sin ningún tipo de poder para impactar de la más mínima manera la realidad terrible que vive el mundo.
Por eso nosotros volvemos a proponer, Venezuela vuelve a proponer aquí hoy, este día 20 de septiembre, que refundemos las Naciones Unidas. Nosotros hicimos el año pasado, señora Presidenta, cuatro modestas propuestas que consideramos de necesidad impostergable para que las asumamos los jefes de Estado, los jefes de Gobierno, nuestros embajadores, nuestros representantes, y las discutamos.
Primero, la expansión —ayer lo decía Lula aquí mismo— del Consejo de Seguridad, tanto en sus categorías permanentes como en las no permanentes, dando entrada a nuevos países desarrollados y a países subdesarrollados, el tercer mundo, como nuevos miembros permanentes. Eso en primer lugar.
En segundo lugar, la aplicación de métodos eficaces de atención y resolución de los conflictos mundiales, métodos transparentes de debate, de decisiones.
Tercero, nos parece fundamental la supresión inmediata —y eso es un clamor de todos— de ese mecanismo antidemocrático del veto, el veto en las decisiones del Consejo de Seguridad. Vaya un ejemplo reciente: El veto inmoral del Gobierno de los Estados Unidos permitió libremente a las fuerzas israelíes destrozar el Líbano, en el rostro, delante de todos nosotros, evitando una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Y en cuarto lugar, necesario fortalecer —decimos siempre— el papel, las atribuciones del secretario general de Naciones Unidas. Ayer nos daba un discurso el secretario general, prácticamente de despedida, y reconocía que en estos diez años el mundo lo que ha hecho es complicarse, y que los graves problemas del mundo, el hambre, la miseria, la violencia, la violación a los derechos humanos lo que ha hecho es agravarse. Esto es consecuencia terrible del colapso del sistema de Naciones Unidas y de la pretensión imperialista norteamericana.
Por otra parte, señora Presidenta, Venezuela decidió hace varios años dar esta batalla por dentro de Naciones Unidas, reconociendo Naciones Unidas como miembros que somos, con nuestra voz, con nuestras modestas reflexiones; una voz independiente somos para representar la dignidad y la búsqueda de la paz, la reformulación del sistema internacional; para denunciar la persecución y las agresiones del hegemonismo contra los pueblos del planeta. Venezuela de esa manera ha presentado su nombre, esta Patria de Bolívar ha presentado su nombre y se ha postulado para un puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad. Vaya usted a saber: el Gobierno de los Estados Unidos ha iniciado una agresión abierta, una agresión inmoral en el mundo entero para tratar de impedir que Venezuela sea elegida libremente para ocupar una silla en el Consejo de Seguridad; le tiene miedo a la verdad, el imperio tiene miedo a la verdad, a las voces independientes, acusándonos de extremistas. Ellos son los extremistas.
Yo quiero agradecer aquí a todos aquellos países que han anunciado su apoyo a Venezuela, aun cuando la votación es secreta y no es necesario que nadie lo anuncie. Pero creo que dada la agresión abierta del imperio norteamericano, eso aceleró el apoyo de muchos países, lo cual fortalece mucho moralmente a Venezuela, a nuestro pueblo, a nuestro Gobierno. El Mercosur, por ejemplo, en bloque ha anunciado su apoyo a Venezuela, nuestros hermanos del Mercosur —Venezuela ahora es miembro pleno del Mercosur con Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay— y muchos otros países de América Latina, como Bolivia; el Caricom en pleno anunció su apoyo a Venezuela; la Liga Árabe en pleno anunció su apoyo a Venezuela. Agradezco muchísimo al mundo árabe, a nuestros hermanos de Arabia, esa Arabia profunda. A nuestros hermanos del Caribe, de la Unión Africana: casi toda África anunció su apoyo a Venezuela. Y países como Rusia, como China y muchos otros países del planeta. Muchísimas gracias, a nombre de Venezuela, a nombre de nuestro pueblo y a nombre de la verdad. Porque Venezuela, al ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad va a traer la voz no sólo de Venezuela, la voz del tercer mundo, la voz de los pueblos del planeta, ahí estaremos defendiendo la dignidad y la verdad.
Más allá de todo esto, señora Presidenta, creo que hay razones para que seamos optimistas, irrenunciablemente optimistas, diría un poeta, porque más allá de las amenazas, de las bombas, de las guerras, de las agresiones, de la guerra preventiva, de la destrucción de pueblos enteros, uno puede apreciar que se está levantando una nueva era, como canta Silvio Rodríguez: «La era está pariendo un corazón». Se levantan corrientes alternativas, pensamientos alternativos, movimientos alternativos, juventudes con pensamiento distinto; se demostró ya en apenas una década que era totalmente falsa la tesis del fin de la historia, totalmente falsa la tesis de la instauración del imperio americano, de la pax americana, la instauración del modelo capitalista, neoliberal que lo que genera es miseria y pobreza, es totalmente falsa la tesis, se vino abajo, ahora hay que definir el futuro del mundo. Hay un amanecer en el planeta y se ve por todas partes, por América Latina, por Asia, por África, por Europa, por Oceanía.
Quiero resaltar esa visión de optimismo para que fortalezcamos nuestra conciencia y nuestra voluntad de batalla por salvar al mundo y construir un mundo nuevo, un mundo mejor. Venezuela se suma a esa lucha y por eso somos amenazados.
Ya Estados Unidos planificó, financió e impulsó un golpe de Estado en Venezuela y Estados Unidos sigue apoyando movimientos golpistas en Venezuela y contra Venezuela, sigue apoyando el terrorismo. Ya la presidenta Michelle Bachelet recordaba hace unos días —perdón, hace unos minutos— el horrible asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier; yo sólo agregaría lo siguiente: los culpables están libres y los culpables de aquel hecho donde murió también una ciudadana estadounidense, son norteamericanos, de la CIA, terroristas de la CIA. Pero además hay que recordar en esta sala que dentro de pocos días también se cumplirán 30 años igualmente de aquel hecho terrorista horripilante de la voladura del avión cubano, donde murieron 73 inocentes, un avión de Cubana de Aviación, ¿y dónde