Revuelta en Libia, mensaje para Chávez
El Viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela y Enviado Permanente ante la ONU, Jorge Valero Briceño, condenó el ataque en el Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras tanto, comentaristas latinoamericanos interpretaron el ataque de los rebeldes contra la misión diplomática de Venezuela en Trípoli como un mensaje para Chávez, amenazándolo de ser el siguiente líder en la lista negra después de derrocar a Gadafi. Se cree ampliamente que el método que el imperio está aplicando en Libia y Siria, en el futuro previsible será empleado en Venezuela. La agencia Reuters mencionó el plan el 17 de agosto pasado diciendo que “la violencia política en Venezuela amenaza con socavar el resultado de las elecciones del próximo año, ya sea que el presidente Chávez gane o no un nuevo período presidencial de seis años.” Estallidos de protestas en Venezuela serán respaldados por campañas en los medios de comunicación de masas por la BBC, Euronews, CNN, Al Jazeera, etc. y probablemente acompañados por actos de vandalismo y asesinatos en las calles perpetrados por grupos terroristas que se infiltrarán en Venezuela desde otros países. En total, lo que Venezuela enfrentaría sería una versión corregida y aumentada de revolución de colores, incluyendo un componente más fuerte que nunca de violencia armada. El Pentágono, los servicios de inteligencia norteamericanos, el Departamento de Estado y las agencias equivalentes de Gran Bretaña, España, Israel, Canadá y otros, ciertamente tienen la tarea de impedir la reelección de Chávez en el 2012 anotada en sus agendas.
Consciente de la venidera prueba de resistencia a la presión, Chávez, un duro político veterano, no solo demuestra plena confianza antes de las elecciones futuras y además promete apostar a una nueva reelección en el 2018. Su programa es de carácter práctico y es agitado con la mayor claridad. La confianza en el apoyo popular y un ejército leal deberían contribuir a neutralizar cualquier conspiración ya que la dominación imperial no durará indefinidamente. El optimismo de Chávez se basa en el convencimiento que los Estados Unidos en su actual fase imperialista está condenado, por cuanto a mediados del siglo XXI las recurrentes crisis económicas, las disputas internas entre diferentes facciones políticas, minorías étnicas y gigantes corporativos, erosionarán su poder de manera irreversible. Paso a paso, al costo de derramamientos de sangre y sufrimientos inhumanos, Estados Unidos tendrá que abandonar el papel de gendarme y parásito mundial. Las escapadas en la política exterior y sus intentos de arrasar los regímenes desafiantes, que continuarán proliferando, solo acercarán aun más la era de la agonía norteamericana. Chávez está convencido que la defunción del imperio pondrá el punto final a la larga búsqueda de soluciones al sistema imperialista, históricamente condenado.
El líder venezolano se refiere con frecuencia a la escalada en las tensiones socioeconómicas en Estados Unidos y otras naciones occidentales. Aunque los males de Occidente tienden a permanecer poco reconocidos y que las protestas de los estratos sociales desposeídos, incluyendo a gran parte de las clases medias están siendo reprimidos, mantener oculta esta situación es un desafío creciente que los gobiernos no pueden manejar mediante los medios represivos tradicionales. En consecuencia se
ha propuesto planes para utilizar las fuerzas armadas de los países contra sus propias poblaciones y los ejércitos ya están siendo entrenados en ese sentido. La “guerra contra el terrorismo” en la cual las fuerzas armadas norteamericanas de manera rutinaria han enfrentado a civiles, han deformado la mentalidad del cuerpo de oficiales al extremo que parecieran haber perdido toda inhibición acerca de misiones para eliminar conspiraciones internas supuestamente montadas por extremistas musulmanes, dirigentes populistas, comunistas, organizaciones clandestinas anti-sistema, etc.
La militarización de Estados Unidos ha alcanzado tales proporciones que cambiar la economía del país por un modo más civilista promete grandes dificultades. Hoy en día, hasta el más mínimo recorte en el presupuesto de defensa afectaría a la economía norteamericana como un todo, mientras que mantener el sobredimensionado complejo militar-industrial a flote requiere de hostilidades armadas en varias partes del mundo. Con el electorado norteamericano escaldado por tener que lidiar con conflictos en Siria, Irán, el Cáucaso u otras partes, solo un drama comparable al del 11 de septiembre podría reanimar la militancia popular. Chávez cree firmemente que el atentado terrorista del 11 de septiembre fue planificado por las agencias de inteligencia norteamericana e israelí. Sabiendo que las direcciones de la CIA, la Agencia de Inteligencia para la Defensa, otros servicios occidentales y el Mossad, están trabajando contra Venezuela, con frecuencia retoma el tema y urge a los canales venezolanos de televisión de incluir programas advirtiendo sobre las posibles provocaciones que tiendan a socavar al régimen bolivariano.
Las convulsiones agresivas del imperio, su desprecio por la ley internacional, los giros en la política y en la toma de decisiones de Washington y su tendencia a relacionarse con las agrupaciones de renegados en los países que desafían el control norteamericano, estimulan las reacciones defensivas a través del mundo y hacen que las naciones permanezcan fuera de la órbita norteamericana para fortalecer su soberanía. El ascenso de centros regionales de poder estará en consecuencia ganando fuerza y hasta los países que bajo diferentes pretextos fueron derrotados por la OTAN, gradualmente verán que las fuerzas anti-norteamericanas prevalecerán en la política nacional. Hoy en día en el mundo cualquier agresión, invariablemente será enfrentada con la resistencia.
Desde los fallidos intentos norteamericanos del 2002-03 de provocar un cambio de régimen en Venezuela, la estrategia de Chávez ha sido la de aislar las fuerzas armadas y a la economía del país, particularmente al sector energético de la influencia de Estados Unidos. La confrontación en si no puede ser la intención de Chávez considerando la obvia desproporción entre Venezuela y Estados Unidos. Pero Venezuela tiene que diversificar sus relaciones internacionales y buscar alternativas viables al estatus anterior a la época de Chávez, cuando el país solía ser una suerte de estado asociado consintiendo “libremente” existir como otro Puerto Rico. En esa época, la clase alta venezolana estaba americanizada al extremo de considerar la integración plena del país con Estados Unidos. Inundando el mercado petrolero mundial a precios ridículos y disfrutando de toda la clase de comodidades disponibles para los del rol oro, era el sueño de todos los liberales que fueron desalojados por la revolución venezolana convirtiéndose en los principales enemigos de Chávez. Esta es la gente que ataca a Chávez por cada paso que da para fortalecer la independencia de Venezuela. Para ellos, la nacionalización del sector energético, la profundización de las relaciones con Rusia y China, la creación del bloque del ALBA y el desarrollo de vínculos con Brasil que se ha convertido en la locomotora económica de América Latina, son medidas inaceptables que matan las posibilidades para un retorno de la oposición.
Washington estuvo visiblemente indignado debido a la reciente decisión de Chávez de depositar una parte de los haberes en divisas de Venezuela entre países del BRICS, entre ellos Rusia y a traer de regreso del exterior las reservas en oro. Chávez señaló, ya que las economías norteamericana y europeas se están hundiendo, ha llegado el momento de aprovechar los potenciales de países como Rusia, China y Brasil y caracterizó el retiro de los haberes desde Estados Unidos y Europa como una “medida saludable” para Venezuela “en vísperas de la crisis capitalista.” Sin duda alguna que la estrategia detrás de la transferencia de haberes desde bancos occidentales no se limita a lo antedicho –la confiscación de facto de las reservas libias conocidas como el “oro de Gadafi” debe haber sido tomada en cuenta en Venezuela. El gobierno venezolano tiene razones para creer que bajo ciertas circunstancias los depósitos del país en Occidente podrían ser congelados, por ejemplo, con el pretexto que compañías occidentales querrían presionar por compensaciones relacionadas con nacionalizaciones en Venezuela. La repatriación de las reservas de oro de Venezuela debería contribuir a mantener la solvencia económica de Venezuela en caso que el dólar y el euro sufran una depreciación aguda.
Chávez aconseja a otros países latinoamericanos que mantienen alrededor de 570 mil millones de dólares en bancos del norte --de este modo invierten en su desarrollo—que hagan lo mismo. El Banco de Inglaterra que desde 1980 tiene almacenadas 99 toneladas de oro de Venezuela fue el primero en recibir la solicitud de retorno. El oro en bancos de Estados Unidos, Canadá, Suiza y Francia igualmente será transferido a Venezuela. Por el momento, algo menos que el 58 por ciento de las reservas venezolanas de oro que totalizan 365 toneladas se encuentran depositadas en bóvedas extranjeras. Los países del ALBA parecieran receptivos al llamado de Chávez por la repatriación de sus depósitos. Deberá tomarse nota que durante la visita a Caracas el pasado mes de agosto, el jefe de la diplomacia rusa, S. Lavrov, señaló que Moscú consideraría de inmediato una oferta de Venezuela para recibir sus depósitos, expresando de facto su apoyo al curso impreso por Chávez. La reacción de Beiyín fue esencialmente idéntica a la de Moscú.
Los analistas consideran como una meta riesgosa el empeño de Chávez por una arquitectura financiera latinoamericana independiente de Occidente. El plan de M. Gadafi de transferir las impresionantes reservas en divisas de propiedad libia desde bancos occidentales hacia China, estuvo entre las razones por qué se convirtió en presa de cacería. Queda claro que Occidente no olvidará cómo Chávez desnudó el mito acerca de la recuperación económica de Estados Unidos y Europa. El radical mensaje del líder venezolano en el sentido que las economías de Estados Unidos y Europa se están hundiendo, seguro que resonó en los oídos de aquellos que son buenos oyentes.
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